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Corea del Norte es uno de los regímenes más herméticos y desconocidos del mundo, de donde nacen historias tan curiosas y rocambolescas que muchas veces no estamos seguros de si surgen de la realidad o de la ficción. Pero es que la Corea del Norte que se ha ido construyendo desde que terminó la Segunda Guerra Mundial en si en si misma una ficción, una película de propaganda, espías y vidas truncadas donde la población nacional son los extras y donde hay, o más bien había, un director y guionista único, el amado líder Kim Jong-il.

La República Popular Democrática de Corea nace en 1948. Tras el fin de la Segunda Guerra Mundial y el término de la ocupación japonesa, Estados unidos y la Unión Soviética dividen la peninsula coreana en dos según sus propios intereses. Tras varios intentos de reunificación fracasados los Estados Unidos crean la República de Corea del Sur en Agosto de 1948, y como contramedida los soviéticos crean la República Popular Democrática de Corea, poniendo al guerrillero Kim il-sung como presidente. Poco después se sucederían los tiras y aflojas de la Guerra de Corea hasta la firma del armisticio definitivo en 1953. Conforme pasaban los años el gobierno comunica de Kim il-sung fue pasando del apoyo a la nación y al pueblo gobernante, al culto al líder como representación del poder del pueblo, del comunismo al nacionalismo. La propaganda del partido cada vez influía más en la vida de los ciudadanos y la filosofía Juche se convertía en una especie de religión, donde el poder supremo, en todos los aspectos, siempre estaba en el líder supremo Kim il-sung. Gran arte de todo este aparato propagandistico nacía de la mano del hijo del líder, Kim Jong-il.

El Amado Lider, como se le empezaría a conocer antes de que tomara las riendas del país, sabia muy bien que la parafernalia mediática y propagandística era la mejor forma de mantener el país controlado, y al final toda la vida de los norcoreanos giraría en torno a sus lideres y al partido, incluso en los ámbitos más privados. Poco a poco el país se convertiría en un escenario permanente, con una capital, Pyonyang, en donde casi no vivía población, construida solo para ser observada y para acoger el aparato mediático del partido. Kim Jong-il era un digno villano de las películas de James Bond que tanto le gustaban, un líder de Spectra que movía los hilos en todas partes. Su obsesión por el cine lo llevo a crear la primera red de pirateo del mundo, con una división especial dedicada a copiar películas en las embajadas norcoreanas de todo el mundo. Películas que solo él, y su circulo más cercano, veía, ya que todo lo extranjero estaba prohibido en el país. Para sufragar sus gastos y caprichos también crearía un red internacional dedicada al contrabando, secuestro y todo tipo de actividades ilícitas. Pero sería el cine una de sus mayores obsesiones, y siempre estuvo decidido a revitalizar la industria del país y ponerla a la altura de las mejores del mundo. Aquí es donde entra en escena el director surcoreano Shin Sang-ok y la actriz, y esposa de este, Choi Eun-hee.

shin-sang-ok

Shin Sang-ok, nacido en Chongjin, al norte del país, en 1926, siempre estuvo interesado en las artes. Durante la época convulsa de la guerra y la ocupación viajaría a Tokyo para estudiar en Bellas Artes y producción cinematográfica. Tras volver a Corea participaría como asistente en la primera película rodada en el país tras su independencia, “Viva Freedom!”, dirigida por Choi In-kyu, y dirigiría su primera película en 1952. Durante la década de 1950 y 1960 su productora, la Shin Films, sería la más popular del país, y Shin un hombre rico y famoso que produciría blockbusters locales y revitalizaría la industria de cine surcoreana, ganando diversos premios internacionales. Choi Eun-hee era una de sus actrices favoritas y el amor surgió entre ellos de una manera incontrolable, a pesar de la obsesión de Shin por el cine y de que la imposibilidad de tener hijos de Choi llevó al director a ir un poco de flor en flor. Años después se divorciarían, pero la chispa del amor siempre permanecería entre ellos, sobre todo en Choi.

El director Shin se codeaba con presidentes del gobierno, ministros y todo tipo de personajes nacionales e internacionales. Esto, acompañado de su enorme ego, lo hacia estar al filo de la navaja con la censura local y las estrictas normas cinematográficas del país. Cuando Park Chung-hee endureció hasta el extremo la censura, Shin cometió varios deslices (debido a que se creía invulnerable) y cayó en desgracia frente al gobierno surcoreano, llegando a perder su licencia cinematográfica y viajando a Estados Unidos para intentar establecerse allí.

Por su parte Choi Eun-hee mantenía como podía su escuela de interpretación y danza y acepta una oferta de un inversor Hongkonés para poder mantenerla. En su viaje a Hong Kong para cerrar el acuerdo desaparecería sin dejar rastro y Shin, recientemente divorciado de la actriz pero aún muy preocupado por ella, comenzaría a investigar obteniendo preocupantes vinculaciones norcoreanas. El desprestigio de Shin llevó a muchos a pensar en que el mismo había tenido que ver con la desaparición de la actriz, pero él estaba decidido a revelar la verdad, y en esas acabó despareciendo también. Ambos surcoreanos terminaron en Corea del Norte por orden directa de Kim Jong-il, aunque con destinos diferentes. Choi estaba recluida y vigilada, pero en mansiones donde recibía regalos continuos de Kim mientras intentaban instruirla ideológicamente con continuas clases sobre el régimen y el poder del Líder Supremo. Shin, que intentó escapar en más de una ocasión, dio con sus huesos en uno de los infames centros de detención norcoreanos, donde debía permanecer en una misma posición durante mas de 18 horas al día y casi no comía ni dormía… Al final se dio cuenta que lo mejor era cooperar con Kim y esperar su oportunidad, y así, tras muchos meses, Choi y Shin se reencontraron bajo el auspicio de Kim Jong-il y dieron rienda suelta a la farsa de que se habían fugado voluntariamente al norte, aunque ambos siempre tenían en mente la idea de escapar, pero no lo harían a lo loco.

kim Jong-il

En Corea del Norte Shin revolucionó su obsoleta industria e irónicamente recibido más libertad para hacer cine de la que había dispuesto nunca en Corea del Sur, con todos los recursos del estado a su servicio. Entre 1983 y 1986 dirigió 7 películas en suelo norcoreano e incluso ganó algún que otro premio y reconocimiento internacional en el lado comunista del Telón de Acero. Su cinta más conocida internacionalmente (a posteriori) es sin duda “Pulgasari”, inspirada en el cine de monstruos gigantes tipo Godzilla o Daimajin y que tenia una doble lectura comunista o anticomunista, según quien la viera. Pulgasari no es una buena película, quizás todo lo contrario, pero entró directamente a los circuitos de cine de culto y aún sigue allí, como una muestra de propaganda con monstruos y testimonio freak de la historia de un secuestro tan delirante o más que la propia película. Kim y Choi conseguirían escapar refugiándose en la embajada de Estados Unidos en Viena en 1986.

Todo esto que os cuento hoy aquí, pero mejor escrito y mucho más interesante, es lo que Paul Fischer nos narra en este “Producciones Kim Jong-il presenta…”, un libro que se centra en todo lo que pasaron Shin Sang-ok y Choi Eun-hee, narrado con todo lujo de detalles. De paso también conoceremos un poco mejor la idiosincrasia de las dos Coreas, y sobre todo, como Kim Jong-il construyo su gran obra maestra, un país convertido en producción teatral llamada Corea del Norte. Conoceremos también un poco las industrias cinematográficas de ambos países y como evolucionaron y, en menor medida, algunas de las producciones que se realizaron en aquellos días. Quizás se hecha de menos la presencia de las propias películas, a las que se le dedica muy poco tiempo, pero en general la narración es absorbente a poco que a uno le interese no solo el hecho del secuestro en sí, sino Kim Jong-il como figura mediática y personaje histórico.

Ficha Técnica

PRODUCCIONES KIM JONG-IL PRESENTA: LA INCREIBLE HISTORIA VERDADERA DE COREA DEL NORTE Y EL SECUESTRO
PAUL FISCHER, 2015
Nº de páginas: 400 págs.
Editorial: TURNER
ISBN: 9788416354368

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