La quincuagésimo segunda edición del Sitges Film Festival tocó a su fin el pasado domingo y desde Asiateca, como ya es tradición, queremos acercaros todo el cine asiático que pudimos ver durante los diez días de duración del evento. Con este motivo estamos preparando 9 crónicas con todas estas películas, un total de 27 producciones que comentaremos someramente en el orden cronológico en el que pudimos verlas, sin más complicaciones. Acompáñenme en este viaje, que tendremos de todo, tanto bueno como malo.

Tras llegar a Sitges el mismo día 3 de Octubre y hacer los tramites de rigor de apartamento y zona de prensa, esa ansia que nos puede cuando vamos a festivales, esa sensación de que dejar mucho tiempo libre sin ver una película no compensa el viaje que has hecho tan lejos de casa, me llevó a ver singapureña Demons de Daniel Hui.

La historia se centra, aparentemente, en Vicky, una joven actriz que busca su oportunidad en la obra de teatro de un cruel director. Su escena inicial, consistente en una entrevista entre el director y la joven, ya nos deja claro como va a evolucionar el asunto, “¿Por qué debería usarte como mi actriz?”, Le pregunta él, y ante la respuesta claramente sentida de la joven un público, no sabemos muy bien salido de donde, parece esperar que la chica se desnude ante las insinuaciones del director.

Daniel Hui, curiosamente su personaje de director comparte nombre con él, en un hombre muy cercano al videoarte, con películas que no suelen discurrir por terrenos fáciles a niveles narrativos, que requieren un esfuerzo del espectador o al menos entrar en la propuesta. Esto sucede en Demons, con un desarrollo casi onírico en el que Vicky parece ir descendiendo a la locura por la presión a la que esta sometida, llegando a encontrarse con una especie de doppelganger que parece ser su yo interior, nacido para hacerla abrir los ojos. En cierto momento el protagonismo pasa al Director y los experimentos formales y narrativos toman el control en un viaje bastante crudo, en donde semeja el cruel mundo de la creación artística con el canibalismo.

Estas formas complejas, fuerte aspecto visual y desarrollo irregular pretende ser una sátira de la creación artística, y quizás de algo más, pero no superé la exigencia que requiere entrar en este tipo de cine, me pareció absurdo, tedioso, aburrido. Se pierde en su propia forma, dejando el mensaje inconcluso, o al menos difuminado en un halo de estupor ante lo que estás viendo, que no tiene sentido alguno en muchos momentos. No entré y me pareció aburrida e innecesariamente rebuscada.

Lo bueno de comenzar un festival con una película así, es que a partir de ahí solo puedes ir hacia arriba, a mejor. Y eso que durante el festival vimos alguna cosa que me gustó incluso menos, pero ya llegaremos a ello.

Nuestra siguiente película prometía encauzar el festival para sacarnos de ese profundo pozo donde nos había dejado Demons. La coreana Unstoppable viene avalada por su actor protagonista, Ma Dong-seok, el héroe de acción por excelencia de la nueva hornada del cine coreano y del que ya os comentaba cuando hablamos de The Outlaws que era como una mezcla de The Rock con Bud Spencer. Aquí está en su salsa con su típico papel de acción con tintes de comedia.

Nuestro protagonista es Dong-Chul, un trabajador de la lonja local que tiene un pasado bastante violento que ha dejado atrás por amor a su esposa. En el fondo es un buenazo, intenta ser comedido y no sobrepasarse, lo que hace que algunos quieran aprovecharse de él. Tampoco es bueno con la economía, invirtiendo en negocios nada prósperos que no suelen terminar bien. El problema vendrá cuando una banda mafiosa dedicada al tráfico de personas secuestre a su mujer y Dong-chul ponga todo su empeño en rescatarla, dando rienda suelta a todo lo que lleva dentro.

Unstoppable comienza de forma pausada, tomándose su tiempo para que conozcamos a su protagonista (Ma Dong-seok) y a su colega y amigo. El guión, nada complejo pero muy bien llevado, quiere que empalicemos con ellos, que conozcamos la relación entre Dong-chul y su esposa y el profundo amor que los une, quiere que nos caigan bien, que les tengamos cariño. Así, cunado se produce el secuestro, vivimos junto a Dong-chul su rabia e ira, y como desata su furia contra todo lo que se interpone entre él y su mujer. Esta furia irá creciendo constantemente hasta una escena final apoteósica, dejándonos grandes momentos de acción rodada de forma contundente y dura, con golpes directos y dolorosos (no olvidemos el pasado de Ma Dong-seok en las artes marciales mixtas). Si a esto añadimos un personaje negativo casi caricaturesco en su maldad y formas, tenemos un producto realmente entretenido y ameno.

Bien es cierto que me parece una obra menor del actor, que ha tenido grandes momentos cinematográficos con respecto a la acción en los últimos años, como la nombrada The Outlaws, o The Gangster, the cop, the devil, de la que os hablaremos en próximas crónicas, pero aún así no deberíais perdérosla.

Ya al día siguiente, inaugurando nuestra segunda jornada en Sitges, nos disponíamos a ver otra película procedente de una cinematográfica minoritaria, The Long Walk, coproducción entre España, Laos y Singapur dirigida por la laosiana criada en Estados Unidos Mattie Do. Después de nuestra experiencia inicial en el festival íbamos con miedo a esta nueva proyección de Noves Visions, pero nos encontramos algo muy interesante.

En un pueblo rural cerca de la capital de Laos en un futuro cercano -sin determinar-, nos encontramos a un anciano ermitaño que desde niño tiene el poder de hablar con los muertos. Una joven requerirá de sus servicios cuando su anciana madre desaparezca, y terminara compartiendo casa con el anciano durante unos días. Simultáneamente vemos a un niño que encuentra a una joven moribunda tras un accidente de tráfico, acompañándola mientras muere. Poco después el niño verá a la joven y nosotros iremos descubriendo que el niño y el anciano son la misma persona en diferentes momentos de su vida.

Esta película viaja por las líneas temporales a través de una aparición, divagando en como el viejo ve su vida e intenta cambiarla, reparar lo que para él es un suceso traumático pero que para su versión infantil no lo es aún. ¿Podrá ser la vida igual si algo, o tu mismo, cambia tu pasado?. Esa es una buena pregunta, acciones y consecuencias. Con la curiosa premisa de que el medio para interconectar futuro y pasado sea un fantasma, la cinta combina su aire contemplativo, casi onírico, con un desarrollo nada lineal, saltando hacia delante y atrás con pocas referencias al espectador.

Si desarrollo es muy interesante, aunque quizás algo disperso, con un tramo final que nos hará pensar quién es el verdadero protagonista de la historia, algunos pasajes que no podremos descifrar, solo interpretar como mejor nos parezca. Quizás esto haga algo difuso en conjunto final, pero su apartado formal puede suplir bastante bien este punto si entras en su estilo visual, sus silencios… Por mi bien, a pesar de cierto efecto para aclarar que se produce un salto temporal del que se abusa en exceso y que me resulto incluso cargante.

Una visión curiosa para los que gustan del cine con buenos tintes de autor. No obstante Mattie Do se llevó el premio a mejor dirección de la sección Noves Visions.

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