No les diré yo hoy que soy un gran conocedor de la obra de Koichi Saito, pero lo poco que he visto me ha encantado y sus melodramas, a veces picaros a veces dramáticos, pero en general con un fondo de tristeza y melancolía que me fascina, son dignos de verse una y mil veces. Saito comenzó en el mundo del cine como fotógrafo y cámara para la Nikkatsu antes de abrir su propia productora y comenzar una carrera en la dirección que, aunque duró hasta 2004, se centró entre finales de 1960 y la década de 1980, algo que se nos antoja en parte efímero, pero que nos ofrece una década de trabajos de lo más interesantes.

The Homeless nos narra, en un tono entre picaresco y melodramático, la historia de una amistad de lo más peculiar. Dos hombres salen de la cárcel y toman caminos diferentes. Uno un pícaro charlatán con un deje humorístico y afable, que tiene el proyecto de buscar un cierto tesoro hundido; el otro un yakuza serio y parco en palabras, que lo primero que hace es ir a buscar a una mujer que ahora es prostituta para descubrir lo peor. A esta pareja, aparentemente inconexa, se les una una joven huérfana prostituta que escapa con el yakuza y provoca la ira del clan que controla el burdel. Sus historia se cruzarán sin remedio, sea por casualidad o de forma buscada.

Remake de la película francesa Les Aventuriers (1967) del director Robert Enrico, comparte muy poco con aquella más allá del tesoro hundido y que los protagonistas son dos hombres y una mujer. Ni el tono ni el desarrollo de los personajes nos harán relacionar una con la otra. En la original a un joven Alain Delon, piloto aéreo que solo quiere volar y que pierde su licencia por un trabajito peligroso en la ciudad, y un ya veterano Lino Ventura, que está desarrollando un nuevo motor de bólido con muchísima ilusión, se les une Joanna Shimkus, escultora de obras en metal reciclado que busca dar rienda suelta a su arte. Sobre este gran elenco se construye una historia de sueños rotos y búsqueda de la fortuna, con un tono más divertido y aventurero que otra cosa, aunque tenga sus momentos dramáticos.

En la versión japonesa continua el excepcional elenco: Shintaro Katsu, el eterno Zatoichi, protagoniza y produce el film con su compañía Katsu Productions. Su pícaro es charlatán y pintoresco, con deje en las formas a esos Zatoichis justicieros y simpáticos, papel que le queda perfectamente. A él se le unen nada menos que Ken Takakura, dando vida a uno de sus eternos Yakuzas con deje romántico, escasos en palabras, serios y huraños, de los que buscan la venganza antes de permitirse el lujo de vivir su vida; y Meiko Kaji, muy conocida en el ámbito de la exploitation y las femme fatales de comienzos de la década de 1970, y que tomó está película como un punto y aparte de si propia carrera. Meiko, dando vida a esa joven prostituta fugada de carácter infantil y totalmente fuera de lugar en un mundo “exterior” que no conoce, no puede tener un papel más opuesto a sus mujeres fuertes y vengativas. Este es el papel que personalmente más me ha gustado en la película, esa joven infantil, inocente, que solo quiere ver el mar y no sabe vivir sin seguir a los hombres que la rescataron, ella no tiene nada más que eso y a ellos. Maravillosa. De hecho, tal fue el cambio de actitud de la actriz con respecto a su carrera, que se negó en rotundo a aparecer desnuda en esta película -concretamente en una escena en su tramo final que simplemente se la ve bañándose en el mar para aprender a nadar-, utilizando una doble de cuerpo para estos planos.

Saito, famoso por sus películas juveniles y melodramas agridulces, cambia totalmente el tono a la producción original, con una superficie de afable viaje en un contexto peligroso y un fondo melancólico donde lo personajes buscan su lugar en un mundo ajeno, su fortuna desde sus propios puntos de vista, con un tramo final realmente impactante.

He de reconocer que me fascinan los melodramas de Koichi Saito que he visto, y concretamente The Rendezvous de 1972, que me llegó recomendado y me resultó fascinante, es mi favorito. Historia sobre un amor imposible, nos presenta el encuentro en un tren entre una mujer madura y un joven impetuoso que se empeña en entablar una conversación. Rápidamente vemos la chispa en ese joven, pero la mujer, una presidiaría de permiso vigilado para visitar la tumba de su madre, no parece querer relacionarse dada su situación. Todo en The Rendezvous tiene un aire melancólico y triste, su fotografía, su banda sonora, su desarrollo… Más allá del juego de seducción y del encanto de esas películas de juventud, su profundo melodrama, sus largos planos solo con música y paisajes mientras la mujer vaga con su eterna tristeza, y todo su tramo final… me parece maravillosa.

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