Finalizamos hoy nuestro repaso a la pasada edición del Sitges Film Festival, que ya va siendo hora, sabiendo que dentro de nada estaremos ya otra vez pendientes del mismo, en el que será el 50 aniversario del festival, una efeméride que seguro nos depara muchas sorpresas y muy buen, y mal, cine, como siempre.

Cerramos este capítulo con 2 películas muy diferentes, un drama de catástrofes coreano como es Tunnel y una cinta de acción indonesia, Headshot, dirigida por Timo Tjahjanto y Kimo Stamboel y protagonizada por la ya estrella de acción local Iko Uwais.

Hace un par de años muchos disfrutamos en Sitges con un thriller muy oscuro titulado A Hard Day, cinta que mezclaba tensión, drama y humor negro a partes iguales y que resultó ser de lo mejor que pasó por el festival. Debo decir que siento predilección por este tipo de comedias negras coreanas al estilo de The Show Must Go On. Su director, Kim Seong-hun, vuelve a la carga con Tunnel, construyendo esta vez una cinta de catástrofes y supervivencia, con ciertos toques propios de la casa.

La cosa empieza con Lee Jung-soo, un hombre de negocios que se regresa a casa para el cumpleaños de su hija. Su ruta lo llevará al recientemente inaugurado túnel que atraviesa la montaña hasta que pasa lo inesperado, el túnel se derrumba sobre él. Cuando recupera la consciencia se ve atrapado bajo los escombros, casi sin poder moverse pero relativamente ileso. Lo único que tiene a mano son su teléfono móvil, dos botellas de agua y el pastel de cumpleaños de su hija.

Sobre esta base argumental el director crea un drama de supervivencia, a la vez que nos muestra lo que sucede en el exterior a la hora de afrontar el rescate del hombre. Por un lado la parte emotiva, el hombre atrapado, su mujer intentando que todo se mueva para su rescate… por el otro una dura crítica a varios frentes: el sensacionalismo de la prensa, la volatilidad de la sociedad, la corrupción y falta de empatía de la administración política. Al contrario que podría parecer en otro tipo de cintas de catástrofes, el derrumbamiento en sí es lo de menos (se produce casi durante los títulos de crédito justo al inicio de la película), lo importante es todo lo demás, en las dos vertientes que comentábamos. Kim sabe dotar de gran tensión, drama y empatía hacia el atrapado, con toques de humor negro que al principio chocan pero luego se denotan como un gran acierto.

En películas como esta los papeles protagonistas suelen tener un peso esencial en el conjunto, y aquí el actor Ha Jung-woo (a quien también vimos en The Handmaiden) realiza una interpretación solvente y muy creíble, sobre todo teniendo en cuenta que no se nos presenta al personaje en ningún momento, sino que vamos conociéndolo a lo largo de la película. En el exterior, como la esposa del atrapado, tenemos a Bae Doo-na, y como sentimos predilección por ella, pues ya está todo dicho. Como secundario tenemos a Oh Dal-su ejerciendo de jefe del equipo de rescate y uno de los principales nexos de unión del atrapado con el exterior.

Una película interesante, con un impecable acabado técnico, ciertas licencias (como el móvil de la batería eterna) y un pelín larga (como todas las películas coreanas). Muy recomendable.

La segunda película que vimos este día fue en plena maratón, acompañada de varios cortos, la última producción de acción chusquera del conocido actor Dolph Lundgren… vamos una maratón de las puramente festivaleras. Desde The Raid la producción de acción indonesia de turno siempre es bien recibida en los círculos de amantes del cine de acción y artes marciales, y más si su protagonista vuelve a ser Iko Uwais. En esta ocasión se da lo que se promete, pero con sus pequeñas salvedades.

Ahí tenemos a Ishmael, un tipo que se despierta en un hospital con un tiro en la cabeza sin recordar quien es ni por qué está ahí. Una joven doctora le ayudará a recuperarse, hasta que es secuestrada por el líder de un cartel de la droga. Poco a poco Ishmael recupera la memoria y se enfrenta a los traficantes, siendo evidente su antigua vinculación con ellos.

Headshot da un poco de todo, si bien solo destaca en sus escenas de acción. No es la típica película vacía argumentalmente, pero su guión tampoco es demasiado complejo o innovador. Su desarrollo es a veces lento para este tipo de productos, sobre todo en toda su parte introductoria, pero cuando la acción explota, sin tener un ritmo trepidante, sus coreografías y violencia le dan mucha fuerza al conjunto, que no aburre en ningún momento.

Bueno, imagino que ya sabéis que esperar. Iko Uwais repartiendo a diestro y siniestro, que es lo que queréis ver que os conozco, eso ahí está. La producción ha sido de alto presupuesto en su Indonesia natal, con los conocidos Mo Brothers detrás de la cámara (que se están haciendo un nombre muy rápidamente en este tipo de productos). Creo que sabréis perfectamente que vais a encontrar.

Y con esto finalizamos nuestro repaso asiático al festival de Sitges. El sábado solo vimos en lo asiático Autohead, de la que ya os hablé en pasadas crónicas, así que hasta el año que viene, que ya lo estamos deseando.

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