Si hay un cineasta japonés que representa la máxima expresión de la creatividad y libertad formal que la Serie B puede otorgar –y quitar–, ese es Seijun Suzuki (1923-2017). Durante los 50 y 60 Suzuki trabajó a ritmo endiablado para la productora Nikkatsu, especializándose en películas de bajo coste y géneros populares, programa B de los estrenos del momento. Tras comenzar como ayudante para otros nombres de la casa, en 1956 realizaría su primer film como director, Victory Is Mine (Minato no kanpai: Shori o Waga Te ni), historia ligera de amor y gánsters perteneciente al género del Kayo-eiga, dirigido al público juvenil y basado en éxitos de la música pop. Sería el primero de los 39 que rodaría para Nikkatsu. Pero es Underworld Beauty (Ankokugai no bijo, 1958), su tercera película y primera firmada como Seijun Suzuki –su verdadero nombre era Seitaro– la que supondría su debut dentro del cine yakuza, al que permanecería ya siempre unido pese a incursiones tan memorables en otros géneros como Gate of Flesh (Nikutai no mon, 1964), adaptación de la descarnada novela erótica de Taijiro Tamura, padre de la Nikutai Bungaku (literatura de la carne).

Pese al éxito, Suzuki se aburría. Las fórmulas repetitivas del género encorsetaban una imaginación necesitada de jugar con los límites narrativos. El cambio empieza a operarse en Youth of the Beast (Yaju no seishun, 1963), Cosecha roja a la yakuza con su actor fetiche, Jo Shishido –el hombre de los pómulos imposibles–, a la que seguiría The Bastard (Akutaro, 1963), melodrama juvenil que deriva en toques oníricos y trágico erotismo. Primera colaboración con su director artístico habitual, Takeo Kimura, éste desvela a Suzuki el infinito poder del cine como ilusión. Es el comienzo de sus problemas con Kyusaku Hori, conservador presidente de Nikkatsu, a quien los excesos del director molestan, llamándole a una mayor contención y adhesión a los principios de la casa: narración ordenada, sencilla y clara. La respuesta de Suzuki es Tokyo Drifter (Tokyo nagaremono, 1966), delirio yakuza lleno de color, música y violencia estilizada que saca al género de sus rutinas habituales para elevarlo a una categoría comparable a la del mejor spaghetti western o el más desaforado giallo, anteponiendo la experiencia estética y formal a los tópicos argumentales. Castigado, se ve obligado a rodar el siguiente film en blanco y negro, respondiendo con su obra maestra, Branded to Kill (Koroshi no rakuin, 1967). Realizada al tiempo que A quemarropa (John Boorman, 1967) y El silencio de un hombre (J-P Melville, 1967), como éstas propone una salvaje operación de deconstrucción formal del noir que alcanza alturas de verdadero delirio pop, pesadilla surrealista y reflexión meta-fílmica evidenciando su proximidad a los Nuevos Cines.

Branded to Kill (Marcado para matar en español) marcaría también casi de muerte a su director, que condenado al ostracismo y atrapado en una demanda contra Nikkatsu durante más de una década, se vio reducido a trabajar para televisión. Sólo sería recuperado en los 90 cuando Tarantino, Jarmusch, Kitano o Wong Kar-wai hicieran público elogio de sus películas, finalmente editadas en todo el mundo, incluyendo España, donde el Festival de Gijón le dedicara retrospectiva y libro en 2001, año que vería su penúltimo film, Pistol Opera, reelaboración hipermoderna de Branded to Kill a la cual sólo seguiría ya la fantasía musical Princess Raccoon (Operetta tanuki gotten, 2005). En Gijón tuve oportunidad de conocerle y allí, con humildad oriental no exenta de la ironía propia del artesano de Serie B que se sabe mucho más que eso, me dijo: “No entiendo a qué viene tanto alboroto. Solo soy un viejo que hacía películas de yakuzas”. Nada más.

Jesús Palacios
Escritor cinematográfico

Domingo 7. 20:20 · Sala 1
Underworld Beauty (Ankokugai no bijo, Seijun Suzuki, 1958). Int.: Michitaro Mizushima, Mari Shiraki, Shinsuke Ashida, Toru Abe, Hideaki Nitani. Japón. 35 mm. VOSE*. 87’

«Del mismo modo que los grabados en madera japoneses fueron originalmente carteles comerciales
producidos en masa que el paso del tiempo terminaría reconociendo como obras de arte, la película de Suzuki es un triunfo del estilo y la forma sobre unas condiciones increíblemente restrictivas». (J. Scott Burgeson)
Segunda proyección en febrero

Miércoles 10. 20:00 · Sala 2
The Sleeping Beast Within (Kemono no nemuri, Seijun Suzuki, 1960). Int.: Hiroyuki Nagato, Kazuko Yoshiyuki, Shôichi Ozawa, Shinsuke Ashida, Hisano Yamaoka. Japón. 35 mm. VOSE*. 85’

Un empresario desaparece y su hija contrata a un periodista para encontrarle. Cuando el padre reaparece, el periodista comienza a sospechar y emprende una investigación más profunda que le lleva a descubrir un mundo secreto de contrabando de heroína y asesinatos vinculado a un misterioso culto al Dios Sol.
Segunda proyección en febrero

Jueves 11. 17:30 · Sala 1 ·
Branded to Kill (Koroshi no rakuin, Seijun Suzuki, 1967). Int.: Jo Shishido, Mariko Ogawa, Anne Mari, Koji Nambara, Isao Tamagawa. Japón. DCP. VOSE*. 99’

«El explosivo tratamiento que hace Suzuki del cine negro asume que ya conoces las convenciones del género: prescinde de una narrativa clara en favor de impresiones fragmentadas electrizadas por el estilo de la película». (Alexia Kannas)
Segunda proyección día 28.
Presentación a cargo de Jesús Palacios, crítico de cine.

Domingo 21. 22:30 · Sala 1
Gate of Flesh (Nikutai no mon, Seijun Suzuki, 1964). Int.: Jo Shishido, Satako Kasai, Yumiko Nogowa, Kayo Matsuo, Tomiko Ishi. Japón. DCP. VOSE*. 90’

«Situada en el territorio del melodrama erótico, va del humor desaforado y cruel al retrato casi costumbrista de una ciudad en ruinas, pasando, por supuesto, por un toque muy exploit y de alto voltaje sexual». (Quim Casas)
Segunda proyección en febrero.

Miércoles 24. 18:00 · Sala 2
A Tale of Sorrow and Sadness (Hishu monogatari, Seijun Suzuki, 1977). Int.: Kyôko Enami, Yoshio Harada, Masumi Okada, Shûji Sano, Yoko Shiraki. Japón. 35 mm. VOSE*. 93’

«El resultado es un híbrido enloquecido de Escalofrío en la noche y ¿Qué fue de Baby Jane?, una sátira social siniestra sobre aspiraciones suburbanas enfrentadas al glamuroso mundo del deporte profesional, una película que solo puede venir de la mano de Suzuki». (Jasper Sharp)

Martes 30. 19:45 · Sala 1
Tokyo Drifter (Tokyo nagaremono, Seijun Suzuki, 1966). Int.: Tetsuya Watari, Chieko Matsubara, Hideaki Nitani, Tyuji Kita, Tsuyoshi Yoshida. Japón. DCP. VOSE*. 89’

«Es una versión de las historias de yakuza según Suzuki -[…] lo que cuenta es el dinero y el poder antes que el código- transmutada en espectáculo pop». (Quim Casas)
Segunda proyección en febrero.

Cine Doré (Filmoteca Española)
C/ Santa Isabel, 3, 28012 Madrid

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