B A N G · B A N G · S H A W

Que la Shaw nunca estuvo muy interesada por decidir sus historias a tiros es algo desgraciadamente evidente… En el grueso enorme de su producción, la acción balística ocupa un lugar tan marginal que es superada prácticamente por cualquier género o subgénero, en una cegera tan grande como la que le llevo a dejar escapar a Bruce Lee… Sólo en los últimos instantes, cuando el público hizo patente su amor por la desmesura, los policías y ladrones enfrentados en espectaculares ballets de balas, la Shaw se lanzó a las calles. Con esta retrospectiva hemos (yo y glue69) intentando identificar las corrientes prácticamente ocultas que recorren la Shaw y que nos pueden llevar a una idea de noir en los años setenta principios de los ochenta…

Los primero tímidos intentos los encontramos con las películas “a lo James Bond”, exóticas y ciertamente atractivas por lo que tenían de novedad… Los “homenajes” de la productora hongkonesa al agente secreto británico nos ofrecieron unas buenas muestras de desparpajo (como el protagonista de The black falcon, que reivindica ser su “hermano”) y algún que otro momento brillante (debido a Interpol), cruzado hasta poco menos que con marcianos (Angel with the iron fists). Concentradas estas producciones a finales de los años sesenta, la Shaw le aportó buenas dosis de glamour y de paso se lanzó un poco a la calle (por supuesto, escenarios de ensueño), a fin de airear un poco a sus héroes, aquí más cínicos, imbatibles y mujeriegos que nunca, como por otro modo tocaba (ver a ese sofisticado Wang Yu de Asia-Pol)… Por algún misterio las dejó en manos de directores japoneses (excepto la dirección de Lo Wei), cómo solía hacer con algún género “menor”, e intentó evitar exhibiciones de artes marciales (hasta el extremo de que en The black falcon luchan con estilo entre torpe y amanerado), destacando entre todas Interpol, producto más redondo y creible (si ese adjetivo tiene sentido en Hong Kong) que el resto…

Los años setenta ven la irrupción de varías líneas, entre ellas los tímidos intentos de acercarse a la vida de los policías, a los que no parecían apreciar demasiado… Su afición a los héroes no impedía el desapego por aquellos personajes que no volaban ni podían lanzar rayos y no acababan de manejar bien la espada… Así, apenas les dedicó ni un instante, aunque cuando lo hizo se lo encomendó a Chang Cheh (cuya aportación al cine de acción fuera de las artes marciales es mínima… lo cual no le evitaría acabar convertido en el referente inevitable e inevitado del cine de John Woo), que lo afrontó muy a ras de suelo, en el día a día, en Police force. O bien, acercarse al tema de las triadas y sus curiosas aproximaciones… Lejos de las contundencias actuales (e incluso inmediatamente posteriores), las películas dedicadas a ella varían entre una cierta visión amable (The teahouse o Big brother Cheng) hasta una cierta imagen ensoñadora (Brothers from the walled city), pasando por “ese lugar inevitable con el que uno puede salir de pobre” (pero es malo) (The brothers). Así, tenemos una cierta atracción – repulsión, movimiento por otro lado muy extendido en toda la filmografía hongkonesa, en el que encontramos triadas “buenas” y triadas “malas”, movimiento destinado a acabar en carnicería… y una vuelta de tuerca final llevando el tema hacia la juventud y los hermanos, con un tono (ligero) de crítica social…

Y ya, atravesándolo todo, en cierto modo precedente más claro por lo que tiene de contundente, la explotación, que no podía escapar a la siempre atenta Shaw, que realizó una serie de películas (algunas memorables) con chicas justicieras (la inolvidable Chen Ping) e implacables que no dudaban en emplear grandes medios para solucionar sus problemas o, simplemente, vengarse, como buenas hongkonesas…

Pero es seguramente un aspecto muy importante el que determina en mayor medida el género que otras referencias más o menos evidentes: salir a las calles, volverse contemporáneos. Para una productora tan de estudio, tan aficiona al cartón piedra como la Shaw, abandonar la comodidad (y las necesidades de amortización) de sus decorados, representaba un esfuerzo mayor que para otras que sencillamente se veían obligadas a rodar en esas calles que ellos evitaban… Durante toda su historia los tímidos intentos de reflejar una realidad social actual se van dejando caer sin demasiada convicción… Películas como The delinquent, The young addict, The young rebel, nos acercan más a un Hong Kong cotidiano, más próximo del público, junto a tímidos intentos de crítica. Pero el éxito que tienen en la televisión la reconstrucción de casos reales, la crónica de sucesos, en series como las dirigidas por Johnny Mak, les invita a cambiar. Ese cambio se reflejará de manera impecable en la serie de películas que conforman The criminals, dirigidas por varios directores, con varios episodios cada una, y que alcanzó las cinco entregas. Sin duda, estas películas se convierten en un primer referente serio de la acción pura y dura que vendrá después. Una vez en la calle, una vez en la realidad del día a día, los temas surgen, la violencia se hace patente, aparecen nuevos personajes, nuevos héroes, nuevos villanos.

Sin embargo, serán los años ochenta los que verán las producciones Shaw de acción balística pura y dura… Siguiendo la línea que habían marcados otros, los códigos de un género que ya empezaba a perfilarse con meridiana claridad, aparecen Men from the gutter o Hong Kong godfathers, que al menos tienen el mérito de ser muy buenas películas, y así la irrupción del género como tal acompaña también los años finales la productora… A partir de entonces, el cine sería otra cosa…

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