Obviando Mistery of the Night, que intenté ver en Sitges pero de la que no pude aguantar más de media hora (con siesta incluida), el martes 29 empezó el mejor ciclo que ha parido madre, compuesto por las cuatro películas de El lobo solitario y su cachorro dirigidas por Kenji Misumi en 35mm. Una película al día hasta el viernes 1 de noviembre. Aquí también tengo que ablandarme en mi férrea postura pro DCP y reconocer que los pases en celuloide eran maravillosos. Tenían ese punto de solera (y uso) justo que hacía que no perdieran calidad de colores por el desgaste pero a su vez mantener el encanto de los rallones en las colas de las cintas. El audio de la sala, sobresaliente, hacía que su pista mono se escuchara como el mejor dolby.

Teniendo muy frescas las dos primeras, uno entiende la elección de los estadounidenses al seleccionar los pasajes para Shogun´s Assasins, y es que hay que reconocer que la segunda mitad de la primera parte es bastante aburridilla, adaptando el capítulo del manga del pueblo raptado. Cuando acabó esta primera película, todo el mundo se marchó de la sala en silencio. Sin embargo, la segunda película es todo acción y magia. Es tan frenética y disparatada que se podía sentir la excitación del público, que nada más aparecer el letrero de fin, se arrancó a aplaudir.

Al finalizar cada una de las tres primeras películas, el director Hiroshi Nishio realizó una magnífica clase magistral hablando sobre la evolución del héroe de acción japonés y la influencia de la Katsu Productions. Normalmente, cuando el invitado no es alguien directamente relacionado con la película presentada suele pecar de contar obviedades o repetir cosas que salen en todas las guías o páginas de internet sobre cine. Sin embargo, con este señor aprendí muchísimo, tanto conceptos teóricos como películas que no conocía y su relación con otros títulos de la cinematografía japonesa.

Pero la alegría se volvería decepción con el ponente en la cuarta película. Que levante la mano el que haya consultado alguna vez la página de Midnight Eye. Ya veo que sois todos. Es un clásico necesario de las webs de cine asiático, no hay duda. Pues uno de sus creadores, Tom Mes, era el invitado a dar una charla después de Lone Wolf and Cub: Baby Cart in the Land of Demons. Después de que le presentaran con todos los honores a una audiencia sexagenaria que no tiene intención de consultar páginas de cine asiático en inglés, comenzó a hablar de la influencia de esta saga en la cinematografía universal que parecía de primero de taller de cine asiático. Eran cosas tirando entre lo muy obvio y lo muy visto, incluso para un señor japonés de 70 años aficionado al cine. Igual la sorpresa para los que estaban en el público fue cuando puso el tráiler de la versión distribuida por Roger Corman, yo solté un soplido. Lo que sí me chocó es que cuando Tom Mes hablaba sobre la profundidad de los personajes y tramas, obviaba que las pelis son una adaptación fiel al manga y le daba todo el mérito al director. Me da mucha rabia salir de una charla sin haber aprendido nada.

Menos mal que luego se me olvidó el disgusto ese viernes con la magistral Tumbbad. Qué peliculón tan redondo, cuánta imaginación desborda. Ya la había visto en casa porque me la perdí en Sitges, pero no me pude resistir a verla otra vez cuando me enteré de que la iban a proyectar en este festival. Después, a los críticos de cine Milkman Saito y UE Shin, se les unió el ayudante de dirección de arte de la película, que estaba en Kioto como invitado al Fimmaker´s lab de este año, que aportó lo que pudo a la charla a partir de su experiencia en el rodaje.

El sábado 2 de noviembre sería mi último día en el festival.

Para empezar, pude ver por primera vez la opera prima del Takahata “Little Norse Prince Valiant”. Otro de los clásicos irrefutables de la animación la Toei y que parecía que iba a ser una maravilla de aventuras, pero en cuanto Hilda cobra protagonismo, tanta melancolía hace que resulte un lastre a la acción y todo se vuelva aburridísimo. Todavía faltaba un poquito para que el rol femenino cambiara de la chica insegura y frágil a la guerrera decidida que popularizó su compañero Miyazaki. En fin, eran otros tiempos y otras formas de entretenerse.

Luego vino el icono de la animación de la Toei, el Gato con botas en Puss´n Boots. Aquí sucede el mismo problema que con las películas de la semana anterior, que lo que podía ser una maravilla de aventuras emocionante y divertidísima, queda lastrada por interminables interrupciones de animalitos cuquis para disfrute de niños de jardín de infancia. Al principio hace gracia, pero a la larga resulta incluso irritante.

En la última sesión del día, en la que se proyectaba La Balada de Narayama, los participantes al Kyoto´s Filmmaker Lab venidos de todo el mundo estaban invitados a asistir como público. Eso me hizo pensar en la elección de la película y ese cambio de registro. ¿Los organizadores del festival no creían lo suficiente en la selección de películas de animación? ¿Eran conscientes de las limitaciones fílmicas de las películas elegidas o temían que los jóvenes realizadores invitados tuvieran prejuicios con el cine de animación y hablaran mal del festival en sus respectivos países? No me cabe duda que una de las funciones de la tradicional sesión con los becados al Lab y su posterior talk battle es la de introducirles en un cine japonés poco visto con la intención de que aprecien su valor. Sea lo que sea, el caso es que no había visto anteriormente esta película y tuve el privilegio de descubrir una obra de arte demoledora. De Shoei Imamura solo había visto Hogs and Warships y Vengeance is Mine, pero justamente con esta última descubrí el talento supino de Ken Ogata, con su papel de hijo de puta amoral y hombre duro. Sin embargo, en La Balada de Narayama, le da un giro total a este rol y le sale un ser puro e inocente de querer arroparlo para que no coja frío queriéndole mucho. Menuda película, qué seres tan salvajes poblaban esas tierras de Nagano. Daba ganas casi de que fueran a evangelizarles para que les inculcaran el remordimiento y el sentido de culpa. Pero ojo, llevo casi 10 años en Japón y te puedo decir que no hay nada tan desolador que la frialdad del corazón de los japos. Puede que la película juegue con el contraste de la sociedad actual y la de antaño y lo haga todo un poco exagerado y grotesco, pero si se toma como metáfora, lo único que separa al japonés moderno del de la peli es que ahora se aplican normas de cortesía para las relaciones sociales, que es solo una forma de camuflar la frialdad individual.

Para el tradicional talk battle, invitaron al director de cine Amir Naderi y a la productora de cine (y representante de Ken Ogata durante el rodaje de esta película) Mizue Kunizane. Los talk battles suelen adolecer de una lentitud horrible por culpa de los traductores, que hace que las rondas de preguntas-respuestas-opiniones se hagan interminables. Al comienzo parecía que la presencia de Mizue Kunizane podría proporcionar grandes momentos de anécdotas del rodaje y de la personalidad de Ken Ogata, desgraciadamente, los estudiantes del Filmmaker´s Lab se vieron seducidos por la importancia del realizador iraní y se dedicaron a preguntarle su visión subjetiva del film como cineasta. Cuando el señor Naderi repitió por sexta vez Shakespeare, entendí que yo ya no pintaba nada ahí y decidí ponerle punto y final al Historica por este año.

Aquí ha quedado otra gran edición de un festival absolutamente necesario. Tal vez este año no han acertado tanto en mis gustos como otros años donde hubo pleno absoluto, pero eso no quita con que haya podido aprender y estudiar más en profundidad sobre el cine de la Toei, además de haber visto en 35mm maravillas de otras productoras (como la Toho con la saga de Ito Ogami) o incluso repasar grandes tesoros modernos como Tumbbad.

Hacer Comentario

Su dirección de correo electrónico no será publicada.

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.