La animación siempre suele tener un hueco muy interesante en Sitges, a pesar de que este año pude cuadrarme pocas obras de este género -realmente tampoco había tantas-. Hemos visto muy buenas películas estos años, pero tengo la sensación que de un tiempo a esta parte más que buscar obras potentes dentro del mundillo, como si ocurre en el ámbito cinematográfico, se programan o rarezas tan extremas que son muy de “nicho” u obras que ya están licenciadas en nuestro país. Esta afirmación requeriría una larga explicación porque es fácilmente rebatible, aunque mis razones tengo para al menos dejarla como una intuición personal. Sea como fuere, con animación comenzamos nuestro día en el festival.

Blue Thermal es la última obra hasta la fecha de Masaki Tachibana, que tiene una larga carrera en el mundo de la animación, y se basa en un manga de Kana Ozawa. Ya saben, el cine japonés se plaga desde hace años de adaptaciones de mangas y novelas cortas y el mundo de la animación no lo es menos.

La historia sigue a Tamaki Tsuru, una joven que acaba de llegar a la universidad con la intención de vivir intensamente su nueva etapa, o sea, buscarse un novio y salir de fiesta. Ella es deportista y buena estudiante, pero un accidente fortuito la hará inscribirse en el club de planeadores de la universidad y allí descubrirá una nueva pasión, un instinto innato para esta actividad y, quizás, algo más.

Si algo vemos en las adaptaciones manganime que se estrenan en Sitges, y que se editan en España, desde hace años es este tipo de productos, películas sobre paso a la adultez, sobre descubrir nuestro propio camino, historias de estudiantes que descubren el amor o su pasión oculta, con todo lo que ello implica. Esta no deja de ser una exactamente igual a tantas otras, bien animada y muy esperable en lo referente a su fondo, el punto diferenciador lo ofrece el mundo del vuelo libre. La película se llena de explicaciones sobre que es una térmica y técnicas de vuelo, lo que le da un aire diferente, pero quizás esto es su punto flaco ya que este mundillo no es de conocimiento general y quizás resulte ajeno o no especialmente llamativo a muchos. Más allá de esto, la película es general, algo anodina, más de lo mismo y no especialmente bueno, sobre todo en un tramo final aturullado y extraño, donde ocurren ciertas cosas forzadas y sin demasiada lógica solo por el animo de crear un tramo final con algo de emoción. No me gustó especialmente, para que engañarnos.

Después de esta película de animación nos esperaba una actioner coreano que difícilmente podría decepcionarnos, The Roundup, secuela directa de The Outlaws, esta vez dirigida por Lee Sang-yong, protagonizada por un tándem de lujo, Ma Dong-seok y Choi Gwi-hwa.

En esta nueva entrega el detective Ma se dirige al sudeste asiático, acompañado por el jefe Jeon, para extraditar a un delincuente detenido. Al llegar e caso se complica y decide investigar por su cuenta varios casos de asesinatos y asaltos relacionados con un peligroso asesino.

La película no cambia mucho con respecto a The Outlaws, si bien en esta ocasión se sublima la parte de la acción y se fuerzan un poco todos los roles. La cinta de 2017 nos mostraba a un grupo de policías que manteniendo el status quo con los grupos criminales locales debían enfrentarse a un grupo de inmigrantes chinos bastante violentos. La cinta tenia un guion correcto, un cierto trasfondo y bastante acción. En esta ocasión el elenco se reduce a Ma y el jefe Jeon, el primero una especie de terminator exagerado que lo resuelve todo de la forma más directa posible, una especie de superhombre cuyos golpes suene como si te atropellara un camión. Jeon se utiliza un poco más de descargo cómico, con una excelente química con su compañero. El resultado final sublima la acción y el entretenimiento por encima de todo, con un guion simplón y escueto que cumple sin más y nos deja muchos minutos para disfrutar de golpes y acción a raudales. Podría entender que para muchos esta reducción al extremo de los roles protagonistas dy de su guion podría resultar en algo demasiado vacío, pero más festivalera no puede ser.

Y hablando de películas festivaleras esa misma noche nos tocaba una nueva maratón, esta vez centrada en la sección Órbita -dedicada a thrillers y películas de acción-. Quizás la maratón que más disfrute de todas las sesiones nocturnas de Sitges.

La primera cinta que pudimos ver fue la belga H4Z4RD, que a la postre se convertiría en el premio a mejor película de esta sección. No les suelo hablar sobre cine no asiático en estas crónicas, pero realmente estamos ante una película muy curiosa e interesante.

Noah en un joven que adora a su novia y a su hija, pero que no podría vivir sin su coche tuneado. Su primo Carlos sale de la cárcel y el va a recogerlo, ante la oposición de su chica que sabe que lo lleva por le mal camino. Carlos le ofrece a Noah un ser conductor en un trabajito rápido, fácil y bien pagado, que evidentemente no saldrá de la mejor forma posible.

Estamos ante una película muy ágil que se mueve a ritmo del ruido del motor y de música electrónica de los 90 en un in crescendo de momentos de acción, locura y comedia que te sorprende más aún cuando te fijas que en ningún momento la cámara baja del propio automóvil, todo esta grabado desde dentro del coche y, a efectos prácticos, es el coche el que protagoniza la película. En ese momento empiezas a pesar en la complejidad técnica de la propia grabación, de ir conduciendo por la ciudad de forma constante, en los largos planos secuencia y los efectos especiales que utiliza. Un acabado excelente, un ritmo trepidante, una música remember llamativa… tiene de todo y bastante bien montado.

Este pasado verano en las Nits de Cinema Oriental de Vic se pudo ver una trepidante cinta de acción japonesa llamada Hydra, debut en la dirección del conocido director de acción Kensuke Sonomura. No he podido verla aún pero solo me han llegado halagos, sobro todo de los aficionados más acérrimos a la acción japonesa y los Yakuza eiga. Precisamente de Sonomura, acompañado de algunos actores míticos del cine de acción japonés, podíamos ver de madrugada Bad City.

La historia nos sitúa en una ciudad japonesa dominada por el crimen y la violencia, en especial de una familia que utiliza sus conexiones políticas para encubrir todo tipo de delitos. Para combatirlos se crea un grupo especial secreto de la policía y se recurre al inspector Torada (al que da vida el mítico Hitoshi Ozawa), que fue detenido y encarcelado hace años de forma aparentemente injusta.

Estando detrás de las cámaras Kensuke Sonomura y delante de ellas Hitoshi Ozawa o Tak Sakaguchi la cosa no podía tener una acción que no fuera contundente y superlativa. Si han visto el tráiler de la cinta ya sabrán como va la cosa, apuñalamientos a velocidades insospechadas, llaves de lucha libre y todo tipo de acción marcial. La cosa es que la película dura cerca de dos horas y a toda esa acción se le añade también todo lo que uno esperaría de una cinta de policías y mafias de estilo más bien clásico, sus largas parrafadas, su contexto mafioso, su drama, sus traiciones… tiene un poco de todo y narrado de esa forma tan sobria en que narran los japonesas. Ya saben que a mi el género me encanta y que esto no debería ser un problema, pero esa narrativa a partir de las 4 de la madrugada pues se me hizo bastante cuesta arriba. A pesar de ello, me parece una buena película.

Y así llegamos a la última película de la maratón, ya muy entrada la madrugada y un poco flojos tras los momentos de parón de la anterior Bad City, aunque su tramo final despierta hasta los muertos. La cosa es que cerrábamos la velada con Detective vs. Sleuths, secuela de la película hongkonesa Mad Detective, drama criminal dirigido por Johnnie To y Wai Ka Fai. En este caso el guionista y director Wai Ka Fai se enfrenta al proyecto en solitario y cambiando muchísimo el tono con respecto a su antecesora.

Volvemos a Hong Kong, a un supuesto temporal posterior a los acontecimientos de Mad Detective pero sin una conexión realmente directa con ellos. La ciudad se ve sacudida por una serie de brutales asesinatos con una sola conexión, las victimas son sospechosos de antiguos casos de asesinato sin resolver. La policía forma un grupo especial de investigación mientras que Jun, un brillante policía que sufrió un colapso mental, sigue con su propia investigación, levantando sospechas.

Si Mad Detective era básicamente un drama de tempo pausado donde la supuesta enfermedad mental de su protagonista y sus problemas personales y laborales estaban en primer plano, en esta ocasión Detective vs. Sleuths abraza el nuevo cine de acción chino que tanto se prodiga en plataformas, un cine que rememora el viejo cine hongkonés de los 80 y 90 y que se llena de tiroteos, giros de guion, sorpresas, un punto de locura y toneladas de acción. Una película trepidante, para dejarse llevar y dejarse sorprender y que me despertó desde sus primeros minutos. Un cierre de noche excepcional.

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