Desde que a principios del nuevo milenio algunos festivales españoles (entre ellos el Festival de Sitges) nos descubrieron, la loquísima e inclasificable Mind Game (2004), las obras de Masaaki Yuasa ya no pasaron más desapercibidas, convirtiéndose de facto en uno de los grandes nombres del anime contemporáneo. Así pues, después de que por el Festival de Sitges se hayan paseado prácticamente todas sus películas, qué mejor que honrar al creador con uno de los premios del certamen. En este recién pasado Sitges 2022 Masaaki Yuasa recogía el premio Màquina del Temps por toda su trayectoria y, cómo no, CineAsia y Asiateca estuvieron allí para contarlo y para charlar con “el maestro”.

Asiateca: Es un honor estar con usted después de tantos años teniendo sus películas aquí en Sitges.

M. Yuasa: Estoy muy contento de estar aquí.

Asiateca: Para ser la primera película en que hace una adaptación histórica, ha elegido un personaje que es poco conocido, no sabemos si en Japón pero al menos para occidente, como es Inu-oh. ¿Qué le llevó a elegir la novela en que se basa este proyecto?

M. Yuasa: El Noh es un arte tradicional del que se habla en esta novela. Ahora en Japón es algo muy concreto y minoritario, pero antes era algo muy popular, algo para todo tipo de público. Me interesó mucho esta popularidad y este contraste, y por eso elegí este tema.

Asiateca: A pesar de estar ambientada en una época antigua, al verla nos ha sonado muy actual en cómo representa los juegos de poder que muchas veces conducen a la censura del proceso creativo.

M. Yuasa: De la historia realmente conocemos muy poco; seguramente, al igual que en la actualidad, hubo diferentes formas de pensar, pero muchas de ellas no han quedado reflejadas en la historia. Seguro que hubo muchos movimientos diferentes a lo largo de la historia que no conocemos porque no se ha escrito sobre ellos o no han llegado hasta la actualidad. Desde este punto de vista me imagino esos otros movimientos que seguramente existieron. En la época de Inu-oh en Japón existían dos poderes distintos que se querían unificar dentro del país. Así vemos a Inu-oh que, aunque tiene sus cosas negativas, enfrenta la vida de una forma positiva. No se lamenta de sus defectos, sino que los acepta y vive de una forma muy positiva. Entonces conoce a Tomona y se respetan entre ellos, eso es lo que quería representar en esta película, ese respeto y amistad entre los personajes.

Asiateca: Y aun así vemos cómo el personaje de Inu-oh está íntimamente relacionado con el proceso creativo, porque cada vez que crea, cada vez que cuenta una nueva historia, se va transformando físicamente.

M. Yuasa: La novela original ya explica que el personaje de Inu-oh tiene una maldición y a través de sus bailes e historias esta maldición va desapareciendo poco a poco. Tiene muchas similitudes a una obra de Osamu Tezuka en la que el personaje principal tiene una maldición: va matando a unos monstruos y se va recuperando de esa maldición (Yuasa hace referencia al manga Dororo). Podríamos decir que es entender de una forma contemporánea este cambio, esta transformación.

Asiateca: Queríamos hacer un énfasis especial en el papel tan importante que tiene la música en sus obras. Por ejemplo, en Lu Over the Wall la música era una forma básica de comunicación entre los personajes, y en el resto de su obra siempre ha tenido un tratamiento muy cuidado. ¿Qué le lleva a usar este elemento de manera tan especial?

MY: Para crear una película hay partes estructurales muy importantes: personajes, diálogos, escenas… y la música es otro elemento fundamental. Aparte de esto, para mí la música es un medio para mostrar a los personajes, sus sentimientos, sus emociones, y por ello me parece tan importante.

Asiateca: Para Inu-oh afrontó el proceso de creación de la música junto al compositor Yoshihide Otomo de una forma muy particular en la que usted creó primero la animación, se la pasó al compositor para hacer la música y luego se readaptó para que todo cuadrase…

MY: Normalmente en una película musical primero se hace la música y luego se adaptan las imágenes, pero en este caso para mí eran muy importantes los pequeños detalles, los cambios que hay dentro de las escenas musicales; por eso Otomo quería algo más tangible para poder crear la banda sonora, y así decidimos crear imágenes y escenas de referencia para ir tomando ideas. Otomo se adaptó tan bien a este proceso que por eso primero hicimos las imágenes y luego se creó la música.

Asiateca: ¿Y hasta qué punto se implicó en la creación de estas escenas musicales junto a Yoshihide Otomo?

MY: Primero yo escribí la base de las letras, luego Otomo compuso la música sobre las imágenes y por último el cantante Avu-chan toma las letras y las canta adaptándolas a la música. Aparte de esto están los diferentes instrumentos… Ha sido como una ‘jam session’ entre todas estas partes.

Asiateca: Inu-oh nos parece un canto a la creatividad y es algo que relacionamos directamente con su obra, que siempre ha sido muy original, una obra de gran variedad de estilos y géneros pero que siempre tiene una personalidad reconocible. ¿Cree que hay alguna línea que conecte su obra hasta ahora?

MY: Lo que conecta mis obras, podríamos decir, que es la creatividad. Por ejemplo, en Inu-oh hay parte musical, adaptación histórica, representación política y, en última instancia, una historia sobre la amistad y el respeto entre los personajes. En mis obras siempre suele haber este formato, intento tratar a menudo el entendimiento entre distintos personajes, el respeto o la amistad es algo que está en todas ellas.

Asiateca: En 2013 creó su propio estudio, Science Saru, junto a Eunyoung Choi. Queríamos preguntarle qué le llevo a dar ese paso, si fue la necesidad o una decisión en busca de más libertad creativa. ¿Tan difícil estaba la situación en la industria?

MY: Uno de los principales motivos es que en los grandes estudios cuesta mucho trabajar de una forma ágil. Todo es muy protocolario y burocrático. En un estudio más pequeño hay contacto directo con el personal y todo es más fluido. Si buscásemos un paralelismo con la película de Inu-oh, en un estudio grande la forma de ser y actuar de Inu-oh y Tomona no sería posible, pero en Science Saru la forma que tienen estos personajes de crear y respetarse sí que lo es.

Asiateca: Inu-oh refleja entonces un poco la libertad creativa que ha conseguido con Science Saru.

MY: En su momento esta era mi idea (jajaja).

Asiateca: En los últimos años lo hemos visto colaborar con Netflix en series como Devilman Crybaby o Japan Sinks: 2020. ¿Cómo ve la relación de la industria de la animación con las nuevas plataformas de streaming?

MY: Creo que la relación de la animación con las plataformas y con las nuevas tecnologías va a más. Me encantaría que el público que ve mis obras pudiera experimentar con tecnologías como el VR, además de productos más orientados al streaming. Que haya distintas formas para poder experimentar las obras de animación.

Asiateca: ¿Le interesa entonces el tema de la realidad virtual y tecnologías inmersivas?

MY: Sí, me encantaría introducir este tipo de tecnologías en mis películas.

Asiateca: Usted trabaja tanto para televisión como para cine, su obra es muy diversa en ese sentido. ¿Hasta qué punto es diferente el trabajar para un medio u otro?

MY: Los dos formatos me gustan, me siento libre en ambos, pero quizás le he dedicado menos tiempo al cine y me gustaría realizar más productos para la gran pantalla.

Asiateca: En Sitges hemos visto prácticamente toda su obra, desde Mind Game de 2004. Casi 20 años desde ese momento. ¿Cómo ve en retrospectiva la evolución de su propia carrera y de la industria del cine de animación japonés?

MY: Creo que yo mismo no he evolucionado del todo con respecto a mi obra, que aún me queda por explorar. La animación no tiene que ser algo distante y estático, sino que tiene que fomentar el interactuar con el público. Me encantaría que fuera una cosa más interactiva.

Asiateca: En Sitges el público conecta mucho con su obra y lo verá cuando reciba el premio Màquina del Temps este año. Lo felicitamos por ello y muchísimas gracias por este rato compartido.

Por Víctor Muñoz (CineAsia) y Jorge Endrino (Asiateca)

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