La comedia, un género normalmente poco valorado en lo crítico, no suele ser terreno de sesudos análisis ni los directores que lo practican estudiados a la búsqueda de rasgos de identidad o de constantes autorales. Shinobu Yaguchi (Isehara, 1967) ha sido siempre un director (y también guionista) encantado de moverse dentro de estas coordenadas y no resulta difícil encontrar unas señas o unos leit motivs que identifican su cine.

A Yaguchi se le ha considerado siempre como un rey de las “feel good movies”, o lo que es lo mismo, optimistas películas cuyo final nos va a dejar contentos y con una sonrisa de par en par en la cara. Sus protagonistas suelen ser personajes que deben enfrentarse a un reto para el que en principio parecen los menos indicados del mundo para llevarlos a cabo. En Waterboys (2001), unos chicos debían convertirse en expertos nadadores, pero de natación sincronizada; en Swing Girls (2004), unas holgazanas adolescentes se empeñan, sin medios y sin talento, en formar una big band de jazz; en Wood job! (2014), un flojo joven de ciudad se mete a la esforzada labor de trabajador forestal solo por conocer a una chica… Los (anti)héroes de Yaguchi son personas corrientes con más defectos que virtudes a los que los desafíos a los que se tendrán que enfrentar les harán mejorar, madurar y crecer como personas. El sufrido viaje de estos personajes desde los difíciles inicios hasta el satisfactorio y triunfal final supone una satisfacción para el espectador que le dejará con la sonrisa en la boca, como decíamos arriba.

El cine de Yaguchi no es un cine de mensajes o de segundas interpretaciones, sino de la búsqueda del humor por el simple humor. Survival Family (2016) tal vez sea una de las escasas excepciones, donde su escenario semi-apocalíptico le da la excusa al director para hacer un retrato social de comportamientos y actitudes ante la nueva y adversa situación (el orgullo del cabeza de familia, el lucro aprovechado de unos, el egoísmo de otros…). Al margen de esto, es de agradecer también en los filmes del autor que la comicidad de las escenas venga de la naturalidad con la que se muestran estos momentos, sin aspavientos forzados de los actores o refuerzos musicales redundantes.

Se podría considerar esto parte de un estilo propio, en el que se aprecia una cierta evolución desde una comedia más suave, casi costumbrista, “de sonrisa”, a otra más “de risa”, con el objetivo puesto en la búsqueda de la carcajada del público. Como ejemplo de esto último, no puedo más que citar un par de desternillantes momentos en, hasta ahora, su última película, Dance with me (2019) en que asistimos a los bailes de la protagonista, primero en su oficina de trabajo y más tarde en un restaurante, en que destroza todo allá por donde pasa mientras en su interior se siente como el centro de un número musical ideal.

Es curioso observar también cómo en sus últimas producciones parece coquetear con el género fantástico. En Wood job!, con pinceladas, digámoslo, de realismo mágico y de ese animismo tan consustancial de los japoneses (la aparición entrevista de la diosa de la montaña…). En Survival Family se nos plantea una situación más propia de la ciencia-ficción post-apocalíptica, en que desaparece la electricidad en todo el país, con las nefastas consecuencias que eso conlleva. Y en Dance with me, la protagonista es la víctima de un hipnotizador (el veteranísimo Akira Takarada) que le hará bailar cada vez que escuche música de cualquier tipo.

El punto de inflexión en la carrera de Yaguchi fue, sin duda, Waterboys, de 2001, un gran éxito que dio lugar a una serie de televisión que conoció hasta tres temporadas entre 2003 y 2005. Sin embargo, sus orígenes se remontan a los años 1980 con varios cortos, a los que siguieron una producción rodada en 8mm. de 1990, Ameonna, y su primer largo para cines, en 16mm. Down the Drain, de 1993. En la década, aún le daría tiempo a rodar un par de filmes más, My Secret Cache (1997) y Adrenaline Drive (1999), junto con alguna colaboración con su senpai de la Universidad Zokei de Tokio, Takuji Suzuki en un par de películas episódicas.

Tras su entrada en el cine mainstream y el beneplácito de la taquilla con Waterboys, repitió en buena medida planteamiento en Swing Girls, de 2004, saliendo de nuevo triunfador tanto en lo crítico como en lo comercial con otra deliciosa historia de superación juvenil. El reconocimiento artístico se reflejó también en la 28ª edición de los Premios de la Academia de Japón, donde obtuvo el Premio al Mejor Guión y banda sonora entre varios otros. Volvía a los filmes de cortos con Tokyo Rhapsody, de 2007. Y en 2008 llevaba en Happy Flight a sus descolocados protagonistas a bordo de un avión (con Haruka Ayase como inexperta azafata en medio de un reparto coral) que pretendía reflejar las interioridades de la compañía aérea japonesa Ana, disfrazado de comedia yaguchiana. No tan satisfactoria como otras del director, pero se deja ver con simpatía.

Robo-G, de 2012 era una descacharrante historia sobre cómo unos investigadores, al no poder construir un robot a tiempo, emplean a un anciano para que se disfrace y se haga pasar por uno. Muy divertida y, para el que escribe, con algunos de los momentos más divertidos del autor. De Wood job! (2014) ya hemos hablado arriba, no solo nos cuenta una de las habituales historias de superación de Yaguchi, sino que, además, sin que casi nos demos cuenta, nos ofrece un retrato del Japón más rural, con sus costumbres, festivales y también sus supersticiones. Nos muestra esta visión animista tan nipona donde cada bosque, montaña o elemento de la naturaleza tiene su dios o su espíritu particular.

Sus dos últimas películas en el momento de escribir esto son Survival Family (2016), crónica de supervivencia de una familia en un mundo sin electricidad recubierta de un ligero barniz cómico. Y Dance with Me, de 2019, que podría ser una de sus películas más divertidas; con la excusa de una mujer hipnotizada que no puede más que bailar cuando escucha música, se esconde un musical humorístico regado de geniales números musicales, variados y llenos de inventiva.

Este ha sido un repaso (apresurado y para nada exhaustivo) de la filmografía de Shinobu Yaguchi. Para darle punto final, no nos resistimos a comentar la curiosidad “Suzuki”: y es que todos los protagonistas de sus filmes, desde el primero hasta el último de todos ellos, reciben como apellido el de Suzuki (excepción, el Yuki Hirano de Wood job! ya que se toma el nombre de la novela en que se basa).

Una Respuesta

  1. Sanji

    Gracias, estupendo reportaje. Conocía Waterboys y Swing girls, pero me olvidé de él hasta el kwoon de media tarde me lo revivió con Survival family, y ahora tengo ganas de ver lo que me queda de él.

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