El Kaiju Eiga, el cine de monstruos gigantes japonés, fue una de mis primeras pasiones cinematográficas. Aún recuerdo como de pequeño reponían una y otra vez “El Hijo de Godzilla” en los primeros compases de Canal Sur, la televisión pública andaluza… ¿o quizás era en La 2 de RTVE?, quien sabe después de tanto tiempo. Mi infancia estuvo marcada por Kumonga, la araña gigante, y Kamacuras, esa especie de monstruosa mantis religiosa, acechando al ridículo y a la vez entrañable hijo del saurio gigante en una paradisíaca isla del pacifico.

Godzilla siempre ha sido especial, un monstruo cinematográfico que ha trascendido no solo el medio en el que fue concebido, sino su propio país natal, convirtiéndose en un mito de la cultura popular de la humanidad. Da igual el país, da igual la nacionalidad, en todas partes del mundo encontraras a quien reconozca el mítico rugido del saurio gigante. Godzilla es, quizás, uno de los personajes más influyentes del imaginario fantástico, y eso no es poca cosa. No es algo baladí que el cabecero de Asiateca contenga a Godzilla como imagen cinéfila prácticamente desde sus inicios.

Pero a pesar de su legión de fans, no siempre se tiene en cuenta como nació el monstruo que asola Japón. Muchísimos aficionados han descubierto el Kaiju Eiga en películas llenas de monstruos que se enfrentan entre si, entretenimiento a base de hombres metidos en trajes de látex pisoteando maquetas mientras las explosiones se suceden. “La historia no es tan importante como la diversión”, dirán muchos, “Yo lo que espero es cuando los monstruos se enfrentan entre ellos”, dirán otros. Pero el nacimiento de este movimiento tan conocido y peculiar no puede estar más alejado de todo esto. Godzilla 1954 se mueve entre el terror y el alegato antibelicista, dejándonos imágenes demoledoras y un simbolismo difícilmente igualable en ninguna otra película del género, salvo en Shin Godzilla (2016).

Precisamente Shin Godzilla levantó ciertas asperezas entre el aficionado occidental, con muchos criticándola simplemente por no ser “una película de monstruos” -eso lo escuche en su pase en el Festival de Sitges-. En Japón se entendió de una forma totalmente diferente, mucho más acertada y personal, por ese motivo fue un éxito de crítica y público. Shin Godzilla es una mordaz y ácida crítica a la gestión del gobierno del desastre de Fukushima, volviendo al tema que había que volver, al de la energía nuclear como algo incontrolable, una perpetua amenaza contra la que no se puede combatir. “¿Donde está el Godzilla divertido?”, preguntaba un joven a otro bajando las escaleras del cine Albéniz tras el pase de la película en el Fancine de Málaga… “Aquí no desde luego” pensaba yo. Tanto esta película como la obra original son otra cosa, y su origen y trascendencia es precisamente lo que pretende explorar Jonathan Bellés en The Dawn of Kaiju Eiga.

El joven realizador castellonense, apasionado de la producción cinematográfica y fan declarado del Kaiju Eiga, se lía la manta a la cabeza y se lanza, hace más de 8 años, a realizar diversas entrevistas a actores, directores, especialistas y críticos relacionados con este género con una idea en mente, contextualizar en su justa medida el origen de Godzilla y su simbolismo, a partir de la relación de Japón con la Bomba Atómica. En sus propias palabras: “Documentales de Godzilla hay muchos y todos los que he visto, sino casi todos, tratan mucho su popularización, el merchandising; su línea, en mi opinión, más superficial, en el sentido de que no llegan a la complejidad del trasfondo de Godzilla”.

The Dawn of Kaiju Eiga es precisamente eso. Aquí no encontraremos reseñas de películas, no se analizará a los diferentes monstruos ni como alcanzaron su popularidad, de hecho prácticamente no se nombrará a ninguno de ellos más allá del Rey. Aquí el interés radica en su profundo estudio, muchas veces en primera persona ya que basa exclusivamente buena parte de su narración en entrevistas, del origen de Godzilla, su simbolismo y en como la idiosincrasia local lo hizo evolucionar hasta nuestros días. Este es un ejercicio que destila cierta sobriedad, pero que ahonda en una temática muchas veces pasada por alto y realmente interesante para toda aquella mente inquieta que guste de saber el porqué de las cosas. Parece un documental hecho para mí, es el tipo de contenido que me gusta ver y por el que siento pasión.

Han sido 8 largos años de producción. Sigo el proyecto desde casi su inicio, comparto con Jonathan amigos comunes y he podido estar un poco al tanto de como ha ido todo el tema. Me consta además que el resultado final dista en cierto modo de lo que originalmente hubiera gustado al equipo, y es que los japoneses siempre serán conocidos en los ambientes de la distribución cinematográfica por no ser precisamente accesibles a la hora de negociar derechos o material de producción. Quizás de ahí viene que usara el calificativo “sobrio” en el párrafo anterior, y es que si algo he echado de menos durante la narración, y podría decir que lo único, es material original procedente de las propias películas, aunque su uso se suple con acierto con muchas imágenes de archivo, fotografías y material gráfico.

The Dawn of Kaiju Eiga es un ejercicio necesario, realizado con pasión, esfuerzo y constancia. Aquí encontraremos, por ejemplo, una de las últimas entrevistas realizadas a Haruo Nakajima, el actor que encarnaba a Godzilla en sus primeras apariciones cinematográficas, y que tristemente falleció en 2017 sin llegar a ver terminado el documental.

El próximo día 24 de Julio de 2020 este documental será una de las películas inaugurales de la decimocuarta edición del Festival Internacional de Cine de Sax, que este año se realizará online a través de Festhome. Tenéis una oportunidad magnífica de poder verla online, al menos desde España.

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