Comenzamos la recta final de nuestras crónicas del cine asiático que pudimos disfrutar en el pasado Sitges Film Festival, nos quedan dos más aparte de esta, y lo hacemos de forma muy animada, ya que la animación japonesa será uno de los ejes centrales de las películas que pudimos ver estos días de vorágine festivalera. Pero antes nos vamos a un cinta japonesa con espíritu de cine clásico que nos gustó bastante.

De madrugada, después de unos días de muchos cambios en el programa, nos vimos Samurai Marathon, película japonesa dirigida por Bernard Rose, muy conocido por clásicos del terror como Candyman, que se basa en un hecho real muy particular que aún hoy se celebra en la prefectura de Gunma.

Tras muchos años de fronteras cerradas, los “Barcos negros” llegan a las costas de Japón con promesas de tecnología y cambios. Para muchos esto no es todo lo bueno que cabría esperar y el señor feudal de Annaka ve peligrar su modo de vida y sus tradiciones, preparándose para un hipotético enfrentamiento. Pero tras tantos años de paz el señor ve a sus samuráis como unos holgazanes y decide organizar una maratón -de 53 kilómetros en total- que les sirva de entrenamiento y de improvisada competición. Samuráis honorables, otros altivos, alguno venido a menos, un joven ninja infiltrado para espiar al señor y la hija del mismo, una chica rebelde que esconde su identidad bajo un disfraz para poder demostrar sus habilidades. Todos ellos participaran en la carrera.

Lo primero que sorprende de la cinta es, como decíamos, su aire a clásico. Cabría pensar que un director occidental que no tiene una larga carrera en Japón no sabría destilar ese aire del chanbara tradicional, sobre todo en su parte seria, de intrigas y traiciones, pero aquí se consigue un gran equilibrio entre todos los elementos típicos de este tipo de películas. A esto hay que añadir una factura mucho más acorde a los tiempos, con un magnifico uso de los planos en movimiento durante la parte de la carrera, una exuberante fotografía y una excelente banda sonora de la mano del conocido Phillip Glass, que le da un toque diferente y característico al resultado final.

La película no será trascendental y ha pasado sin pena ni gloria por diversos festivales, pero el conjunto es interesante, el acabado técnico sobresaliente, el guión -con sus giros y recovecos- ameno y el elenco actoral más que destacable, estando por ahí Takero Satoh, Nana Komatsu, Mirai Moriyama y Sota Sometani, entre otros.

No suelo hablar mucho de anime en Asiateca, a pesar de que he consumido cantidades ingentes de este tipo de series desde hace años -actualmente algo menos por desgracia-. La cosa es que siempre que recomiendo anime diferente, que quiero que la gente descubra algo que se salga de lo normal, termino en el mismo sitio, Masaaki Yuasa, uno de mis directores de referencia desde Mind Game (2004) o Kemonozume (2006). Hace un par de años ya pasó por el festival con dos producciones de lo más interesantes y destacables del momento, Lu over the Wall y, sobre todo, Night Is Short, Walk on Girl, una de mis películas favoritas de aquella edición.

En Ride Your Wave conoceremos a Hinako, una sufista de espíritu libre que se muda cerca del mar para seguir sus estudios y practicar su deporte favorito. Por desgracia, su nuevo apartamento sufre un incendio y es rescatada por el bombero Minato, de quien se enamora perdidamente. Pasan los días y su amor crece y crece, hasta que Minato se ahoga salvando a un bañista durante una tormenta e Hinako pierde al amor de su vida y queda hundida. Pero entonces algo extraño y mágico aparecerá en el agua cuando ella menos se lo espere.

Nos encontramos ante la obra más convencional de su director, caracterizado por su excentricidad en la puesta en escena. Ride Your Wave mantiene ese dibujo tan característico de Yuasa, con su peculiar forma de dibujar los personajes y jugar con las perspectivas. Además también tiene ese componente fantástico tan típico de su obra -que en Lu over the Wall era la existencia de sirenas y aquí una especie de aparición-. Pero por lo demás el guión no es ni mucho menos tan rocambolesco como en otras obras del director, tratando aquí no solo como afrontar la pérdida sino la superación ante las adversidades.

Si alguien me tuviera que preguntar con que película acercarse a la obra del Masaaki Yuasa esta podría ser una gran candidata, accesible pero con todo su estilo, con el sello del director -y después a ver Night is Short, que menuda obra maestra-.

Justo después de Yuasa íbamos a ver otra cinta de animación, en este caso una que desconocía pero que tenía unas grandes referencias y críticas, pero que tristemente me pilló totalmente descolocado.

El guión se centra en Ruka, una estudiante de secundaria a la que le cuesta expresar sus sentimientos que visita asiduamente el acuario donde trabaja su padre, allí vera a dos jóvenes, Umi y Sora, los “Niños del mar”. El encuentro entre los tres activará una serie de fenómenos sobrenaturales, pero hay quienes saben que estos sucesos están relacionados con Umi y Sora, y tratarán de utilizarlos en su propio beneficio.

Children of the Sea destaca sobre todo en su animación, recreándose de una forma casi lasciva en unos exuberantes fondos marinos llenos de vida animal, que llegan a abrumar por su nivel de detalle y su riqueza. Es algo impresionante el nivel que llega a conseguirse en este apartado. Sin embargo, como ya decía, la cosa me pilló descolocado y creo que esperaba algo totalmente diferente, no esperaba yo que el guión fuera a ser de ese palo, del corte “metafísico” en toda su parte final. Un guión que nunca me interesó y que llegó a resultarme cargante entre tanta ostentación de calidad animada, sobre todo en su último tramo.

Pienso en ella ahora, a meses desde que la vi, y las sensaciones de aburrimiento y pedantería me sobrepasan a pesar de su evidente, notable y abrumadora calidad animada. Le daré otra oportunidad, esta vez sí, sabiendo lo que voy a ver.

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