Asiateca nació un incierto día de finales 2005, aunque empezó a ser algo con cierta forma a comienzos de 2006. Eran tiempos de foros y blogs, donde nos reuníamos en torno a un tema para descubrir, debatir y sobre todo compartir. Mucho ha cambiado el tema con la llegada de las redes sociales, en donde quizás si que siguen existiendo las ganas de compartir, pero ya no la perdurabilidad de la información o el acceso global a ella. Siempre he pensado que cualquier medio no es adecuado para cualquier expresión, pero esos son temas que no vienen al caso.

Este espacio es la expresión de una afición y de una forma de ser. Una afición por el cine asiático, el cual llegó en tromba a mi vida para descubrirme cosas que no podía encontrar en otras cinematografías. Más allá de las peculiaridades culturales, una forma de hacer cine, de entender el cine; Una forma de ser que me lleva, inexorablemente, a intentar indagar sobre ese cine que me gusta, ese actor, ese director, ese género, esa época… Y es más, me lleva a compartir lo que descubro. Este espacio es la expresión última de mi afán por descubrir, no de exponer mis conocimientos. Narrarlo de forma personal, aleatoria y, a veces, caótica. Me decían no hace mucho “Tú eres divulgador, tienes afán por enseñar y descubrir lo que te gusta a los demás”, y, sepa hacerlo mejor o peor, creo que es cierto. Porque si no lo fuera vería películas, leería artículos e investigaría temáticas y para mi quedaría, que en el fondo es para lo que uno lo hace, para sí mismo. Pero no…

Asiateca nació como un espacio personal, un fanblog como se le llamaba entonces, algo más quisiera creer cuando estamos inmersos en nuestro decimocuarto año de vida. Y aún es básicamente eso, un espacio personal no profesionalizado, si entendemos profesional a aquel que cobra por un trabajo más allá de sus conocimientos o valía. Bien es cierto que en estos años he tenido inestimables colaboraciones en este espacio, desde los artículos y especiales replicados desde nuestra alma máter Allzine, hasta las interesantes críticas que compartió con nosotros Luis Suñer, con especial mención a Sabrina Vaquerizo, la única colaboración estable que he tenido en todos estos años, y a la que no podría agradecer más que compartiera su inmensa capacidad analítica conmigo. Pero Asiateca es y sigue siendo un espacio personal, con todo lo que ello implica. Es mi visión, la extrapolación de mis aficiones y mi forma de ver y escribir. Pero también la expresión de mis limitaciones, mis debilidades y mis carencias. No soy un pesimista, no me entiendan mal.

Intenté cambiar la estructura de este espacio hace unos años para “desblogizar” la web. Un blog en el fondo es como un Twitter lento. En Twitter las cosas que pones hoy es difícil que alguien las lea mañana, más allá de búsquedas de hemeroteca deliberadas y concienzudas. En un Blog ese tiempo es mayor, pero a ver quien encuentra fácilmente sin una búsqueda deliberada -quizás no tanto concienzuda- un texto de 2007 en 2019 en un blog cronológico con casi 2000 entradas. Dar perdurabilidad es mi obsesión, pero también lo es ver donde acabará esto mañana, el año que viene, el lustro que viene. Y esta última reflexión me lleva a otro factor determinante: nos hacemos viejos. Nos hacemos viejos y nuestra vida cambia: gustos, responsabilidades, tiempo, trabajo…

He de reconocer que cada vez estoy más desconectado del cine contemporáneo asiático y más anclado en el cine clásico -aunque eso me lleva pasando mucho tiempo-. Pero a su vez, cada vez me interesan más temas, y me encantaría que Asiateca se transformara y ampliara su subtítulo de Cine Asiático hacia otra cosa, hacia algo más amplio, pero yo tengo mis limitaciones, mis debilidades y mis carencias, y se que en solitario esa empresa será imposible. Envidio, de forma sana claro está, esos espacios comunes donde varias personas aportan contenido, puntos de vista y temáticas diferentes, componiendo un espacio variado y común, que se mueve por la pura afición.

Parafraseando, sin venir a cuento, a Martin Luther King, Tengo un sueño… que Asiateca deje de ser un espacio puramente de cine para convertirse en un espacio de Cine y Literatura. Acoger la palabra escrita no como una sección más, sino como parte integral de la web. Pero, como comentaba, más allá de biografías de mis autores favoritos, ya tengo alguna publicada, o comentarios sobre ensayo cinematográfico, yo no podría afrontar esta tarea y quisiera abrir Asiateca a todo aquel amante de las letras asiáticas que quiera servirse de este espacio para compartir su afición, sea porque le apetece y aún no lo hace, sea porque lo hace y, además, le apetece plasmarlo aquí, ayudarme en esta visión de abrir la cultura asiática aún más si cabe.

Releyendo el texto antes de publicarlo me veo fielmente reflejado en el hecho de que no se pedir colaboraciones -aunque si que se divagar-, quizás porque es eso mismo, pedir. Aquí no hay una relación personal previa que se articula en un espacio común, o un conocimiento personal que lleva a evolucionar un espacio. Aquí grito al viento a ver si alguien “como yo” lo escucha… En fin, Asiateca nació como un espacio personal, un fanblog como se le llamaba entonces, y por eso está este texto aquí, a modo de “Editorial”, porque como espacio personal no me cuesta nada sincerarme y gritar al viento de la red.

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