Retomamos nuestro repaso a lo más asiático que pudimos disfrutar en el pasado Sitges Film Festival tras unas intensas semanas repletas de información relacionada con festivales y premios que nos han tenido muy ocupados. Esta quinta entrega la iniciamos con una grandísima sorpresa, un western nada velado, con protagonismo femenino, llevado a una pequeña choza aislada en indonesia.

Marlina the Murderer in four acts fue algo que me encontré de sopetón, casi sin previo aviso, ya que no había leído demasiado de ella pero me había llamado la atención su sinopsis. En ella nos encontramos a Marlina, una mujer que vive sola en el campo hasta que una banda de maleantes llega para robarla, violarla y a saber que más. Ella termina envenenando a gran parte de los hombres que la han asaltado y matando a su líder mientras la viola, emprendiendo un viaje para localizar a la policía y hacer justicia.

En la presentación de la película Mike Hostench nos introdujo a su directora, Mouly Surya, a la que se veía emocionada ante la proyección e hizo incapie en el bajo presupuesto de la cinta y sus esfuerzos en llevar a la pantalla ese aire de western clásico mezclado con una visión muy feminista, debido sobre todo empoderamiento de la mujer que trasmite la fría indeterminación de Marlina. Mike nos recalcaba como creía que era una de las mejores películas del festival, y eso no era poca cosa.

¿Me esperaba un western? Claro, ¿Que fuera tan directo y claro? Nunca, y eso me entusiasmó. La cosa ya empieza con unas pistas musicales puramente de género, casi irreales al ver a un hombre con una motocicleta acercándose en solitario a una casa perdida. A partir de aquí las referencias son totales: el caballo se cambia por la motocicleta, los cuatreros por una banda criminal, la diligencia por un camión y la oficina del sheriff por una comisaria de provincias donde claramente la justicia brilla por su ausencia. A todo esto lo acompaña esa música tan característica y un aspecto técnico muy cuidado, alternando el desierto con la alta montaña. Todo este western me encandiló, me dejo atrapadísimo, si bien la película no es una obra de acción como pudiera serlo el espagueti de Leone, sino que aquí se le da un tono costumbrista a buena parte del metraje, alargando los planos y las escenas a veces en demasía, con algunos flecos de guión un tanto forzados y un tempo que podía haberse pulido mucho más, dando un resultado igualmente templado en efectismos, pero más ameno en general.

No me entandáis mal, yo a Marlina the Murderer in four acts le digo Sí, y un Sí rotundo. Pero la película tiene sus características y puntos flacos, y hay que atenerse a ellos durante su visionado.

E igualmente que a Marlina, a pesar de sus defectos, quiero decirle que Sí, que tiene ideas interesantisimas y un resultado final atrayente, a Blade of the Immortal me pasa al contrario, que es una película bien realizada, con toneladas de acción, pero que al final, tras verla, digo que no, pero no un no rotundo, sino una falta de algo.

Blade of the Inmortal adapta el manga de Hiroaki Samura en torno a Manji, un feroz samurái que tras ver morir a su hermana delante suya es maldecido con la inmortalidad y la búsqueda de venganza. A él acudirá la joven Rin, también con la venganza como objetivo, y ambos buscarán su particular redención.

Parto de la base de que no he leído el Manga ni adaptaciones del mismo, con lo cual no se si estará bien en ese aspecto, pero si algo tiene Takashi Miike es que suele ser muy literal a la hora de adaptar mangas y animes, suele hacerlo muy bien a nivel técnico y eso seguro que lo tiene. La película está magníficamente realizada, con una espectacular escena de introducción en blanco y negro que trascurre durante la primera lucha de Manji, para volver al color justo en el momento en que este adquiere la inmortalidad. Todo su apartado técnico es sobresaliente, con un fuerte estilo visual, una acción bien rodada y en cantidades industriales, sobre todo en su tramo final, y un acabado magnífico. Igual parece que algunos personajes entran y salen de forma algo rara, pero sin tener referencia del manga no me atrevería a apreciar el por qué. En definitiva, una de esas películas que Miike rueda con un efectismo intencionado y un estilo visual muy trabajado.

Pero mientras la estaba viendo, sobre todo cuando empieza su largo tramo final lleno de acción y espadazos, la película, a pesar de ser entretenida, no me emocionaba, no me estaba diciendo nada especial, todo parecía puesto ahí para el deleite del público, pero sin nada especial que me dijera que había pasión. Para mi le faltaba algo, le faltaba alma, esa capacidad de que saltaras del asiento, de emocionarte con la acción o el drama. Estaba viendo un Miike en piloto automático, que lo mismo te rueda un drama que una comedia, una película de acción que un thriller. Ese Miike para todo que ya ves venir, sabes lo que te va a ofrecer, pero pareciera que no le pone las ganas que debería, que le ponía en otros momentos de su carrera.

Todo esto que comento es una apreciación muy personal, lo entiendo. Llevo muchas películas de Miike vistas, muchos años viendo cine parecido y puede que no me lleguen las cosas como antes. La cinta tiene todo para gustar y solo se puede decir que es una buena película -no es como cuando hablo de 13 Asesinos, que podría argumentar por qué me parece una película mala, este no es el caso-, pero esa sensación no puedo quitármela de encima, que le voy ha hacer.

La última película que comentaré hoy también fue una grata sorpresa, y es que ni siquiera la tenía en la lista de visionado ya que el único pase que me cuadraba era una primera sesión de buena mañana y uno, según los momentos, casi prefiere descansar que madrugar. La primera vez que vi el tráiler de A Single Rider me dejó bastante frío, estaba viendo un drama, un simple y claro drama con Lee Byung Hun como un corredor de inversiones que afronta la aparente quiebra de su empresa con él en un puesto directivo, un puesto que le ha costado en parte su matrimonio, ya que envió a su mujer y a su hijo a Australia con la promesa de que iría pronto. Ante la situación que ha surgido en la empresa decide viajar a reencontrase finalmente con su familia. Y yo me preguntaba ¿Que pinta esto en Sitges? Y más en sección oficial fuera de competición. Pero vaya que si pinta, como me dijeron muy claramente: “está donde tiene que estar”.

A partir de aquí no voy ah hablar mucho más de que podréis ver en esta producción, porque es de esas que saber algo, aunque sea poco, te fastidia el descubrirlo por ti mismo. Encontraremos eso si todo lo esperable de una producción coreana, un acabado técnico sobresaliente, un guión que me parece terriblemente bien levado y unas interpretaciones correctas, con Lee Byung Hun haciendo de él mismo -porque para que engañarnos, a pesar de que clave la mayoría de sus papeles, Lee siempre es él mismo, ese rostro tan característico poco dado a la sonrisa-, al que acompañan la joven An So-hee, que ya pudimos ver en Train To Busan como la animadora del equipo de béisbol juvenil, y Gong Hyo Jin como esposa del personaje de Lee.

Se que he sido muy escueto comentando esta película, pero solo puedo recomendárosla así, sin decir mucho más, partiendo del drama que comento pero con la convicción que todo lo demás que aporta es interesante y merece la pena.

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