Nuestra tercera crónica del cine asiático visto en el Sitges Film Festival se compone de tres películas muy interesantes, todas ellas relacionadas en mayor o menor medida con el cine criminal. La primera de ellas es Love and other Cults del japones Eiji Uchida, truculenta historia con toques de comedia sobre la yakuza juvenil y la búsqueda de la propia identidad, la segunda es la obra maestra del hongkonés Johnnie To The Mission y la tercera la adrenalínica película de acción surcoreana de Jeong Byeong-gil La Villana.

Love and other cults fue una película que me llamó la atención desde que vi su tráiler y apunté si dudar en mi lista de must see del Festival. He de reconocer que no había visto nada anteriormente del japonés Eiji Uchida, que dirige la película y firma el guión, pero su carrera no es nada lineal y se ha adentrado en diversos géneros y temáticas entre las que podríamos destacar al comedia negra Greatful Dead (2014) o Lowlife Love (2016), su primera colaboración con el británico Adam Torel de la productora Third Window Films. Con ambos pudimos charlar largo y tendido sobre su visión de la industria cinematográfica japonesa, pero eso lo repasaremos en otra ocasión.

La historia nos presenta a Ai, una joven con una vida de lo más extraña y peculiar que anda sin rumbo en busca de una familia, un lugar en el mundo donde pueda sentirse aceptada. Ai se crió en una secta, siendo su madre una especie de adicta a los cultos religiosos. Tras perder esa parte de su vida termina con unos pandilleros, para luego seguir su extraño periplo en busca de ser aceptada. Solo encuentra complicidad con Ryota, un joven delincuente que termina metido dentro de la yakuza juvenil, con el que comparte esa sensación de marginalidad. Entre tanto acabaremos conociendo a algunos personajes, los compañeros yakuza de Ryota, los jóvenes delincuentes con los que se asocia Ai, una amiga que la acoge en su casa… juventud toda ella inmersa en una vida nada sencilla.

Girando entre la comedia y el Drama, lo que más sorprende del guión es que está basado en una historia real. Según nos confesaba el director, conoció a una chica con una vida muy similar a la de la protagonista, que fue su inspiración para esta historia. Con esta composición se plasma una parte de la juventud japonesa, que vive en ciudades de ámbito más rural y que cuando están a punto de pasar de la adolescencia a la madurez entran en una espiral de rebeldía, o como en el caso de Ai de encontrarse a si mismos, y pierden el rumbo siendo captados por yakuzas de provincias que se aprovechan de ellos. Afrontar esta historia oscura y truculenta con un toque de comedia la hace accesible a mucho más publico pero no resta fuerza a la dura vida de los personajes. Cada cual, a su modo, encontraran el amor como medio para reencontrarse con el mundo, en un tramo final con cierto atisbo de esperanza, del que el director nos comentaba que estuvieron dudando, porque la historia real es más dramática que esperanzadora. Según Eiji Uchida ya hay bastante desesperanza en el mundo, está bien que la película pueda aportarnos algo de optimismo.

La segunda película que vimos del ciclo dedicado a los clásicos del cine de Hong Kong fue la impresionante The Mission, una de las obras maestras del realizador Johnnie To que además nos presentó la película y se quedó tras la proyección para contestar algunas preguntas del público.

The Mission cuenta la historia de un grupo de sicarios que son contratados por un líder de las triadas para evitar los intentos de asesinato que se suceden contra él. Entre estos sicarios se encuentran Anthony Wong, Francis Ng, Jackie Lui, Roy Cheung y Lam Suet, un elenco estrella que repetiría en las secuelas de esta producción Election y Election 2, dirigidas por To en 2005 y 2006.

He de reconocer que valorar clásicos de este calibre para mi es muy complicado, porque no es tanto ver la técnica o las interpretaciones, que también, sino poner en contexto la propia película y lo que fue en su día dentro de la industria del cine hongkonés. Si los vemos en un maravilloso 35mm con toda su suciedad, cortes y ruido ya la experiencia se torna maravillosa, porque aún muchos apreciamos eso, el ruido en las películas, como en el cine de antaño. The Mission es una de esas películas de acción a la que nos ha acostumbrado Johnnie To a los largo de los años, solo que esta fue de las primeras en su haber. Un cine a medio camino entre momentos de Heroic Bloodsheed, de reinterpretación del cine de hermandad masculino de clásicos como Chang Cheh o -mas recientemente- John Woo, y el western occidental, con un cuidado estilo visual, asesinos profesionales en lo suyo, con un argot e idiosincrasia propios y escenas de acción medidas y grabadas a la perfección. El cuidado visual, esos planos con los personajes fijos mientras la cámara va rondando entre ellos, intentando enseñarnos ese gran cuadro que construye el director, son momentos únicos que merecen la pena verse una y otra vez si se es aficionado al género.

La última película de esta entrega viene de Corea del Sur y es una de esas que ha levantado pasiones en los círculos de aficionados al cine de acción, no todas en el mismo sentido claro está. The Villainess esta dirigida por Jeong Byeong-gil, un joven director que estudió durante algún tiempo en la Seoul Action School y donde debió pillarle el gusto a este tipo de productos ya que realizó luego un documental sobre antiguos alumnos de esta escuela llamado Action Boys y su opera prima Confessions of Murder, a pesar de parecer un drama criminal, también tiene una buena dosis de adrenalina.

La Villana, como se ha llamado en España, es básicamente una especie de revisión de la Nikita de Luc Besson, en donde, tras cometer una matanza y acabar entre rejas, una joven es “reclutada” por una organización secreta para convertirla en asesina. Detrás de esta premisa nos encontraremos el típico guión de este tipo de productos, amistades, traiciones y búsqueda del odiado personaje que provocó en su origen todas las desdichas de la chica. Quizás ese guión sea lo peor de la película, que se adentra en su tramo medio en una parte algo más sosa e inverosímil, con un “juego” de seducción poco creíble y unas motivaciones bastante banales que lastran el ritmo general en esta parte.

Pero en lo que realmente brilla La Villana, y por lo que todo aficionado debería verla, es por sus impresionantes escenas de acción. Dos me vienen a la memoria: La primera de ellas es su apertura, con una larguísima secuencia grabada en primera persona con la protagonista dando cuenta de un montón de secuaces. Esta escena es de una espectacularidad y ritmo brutales, con golpes, saltos a través de ventanas, peleas y un pasillo que es inevitable que recuerde a Oldboy, pero visto desde los ojos de Choi Min-sik. De una alta dificultad técnica, esta es toda una declaración de intenciones del director. Y aún mas compleja es la segunda escena que comentaré, la persecución de motos en la autopista. Aquí destacan los increíbles planos que nos ofrece el director, obsesionado en grabarlo todo como si fuera un único plano secuencia con transiciones en momentos clave para que el espectador casi no lo note. La cámara va moviéndose detrás de las motos como si fuera una más, para pasar por el lateral y colocarse delante, seguir luego a un esbirro que se cae o recrearse en los planos de peleas. Todo ello con un uso mínimo de CGI, intentando solo usar juegos de cámara con las motos en movimiento. El resultado es espectacular a pesar del continuo movimiento de cámara, que no es el típico temblor tan de moda actualmente en las escenas de acción, sino vaivenes bastante medidos que dan dinamismo mas que restar visibilidad. Todas las escenas de acción de la película esconden algo. Durante una pelea en un reservado de un restaurante la cámara graba unas escenas desde el suelo en una perspectiva muy forzada para elevarse bruscamente y terminar la escena con un plano desde el techo. Este tipo de efectos de cámara solo pierden un poco de fuerza en el tramo final, pero su espectacularidad está asegurada.

Habrá gente que no guste de este tipo de artificios, conozco a varios, pero para mi Jeong Byeong-gil se ha sacado de la manga algunas de las escenas de acción mejor rodadas y más espectaculares de los últimos años. En Operation Mekong de Dante Lam nos sorprendíamos con una escena grabada desde dentro de un coche que tenia un accidente, aquí la cosa se desmadra mucho, pero que mucho más.

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