mother

Madre (Haha, 1963)
Dirección: Kaneto Shindo
Guión: Kaneto Shindo, Shusei Tokuda (novela)

Como buen hijo de Hiroshima, Kaneto Shindo tuvo una consciencia clara de cómo se vivió la vuelta a la vida normal tras el desastre atómico de su ciudad natal. Incisiva es esta película, un filme el cual 18 años después del lanzamiento de la bomba, observamos desde una mirada caleidoscópica las inquietudes de un arco generacional familiar que entiende el presente desde diferentes perspectivas. Nobuko Ottawa actúa como una madre coraje, viuda de un hombre que murió en la guerra y abandonada por un segundo marido que se decidió por otra mujer en lugar de ella. Su hijo pequeño, presenta síntomas de leucemia y ceguera y, aunque no se mente de manera explícita, sabemos que no deja de ser una consecuencia de la radiación atómica. La sutileza de Shindo reside en escenas poéticas donde las cenizas o partículas metaforizadas por una especie de nieve inundan los primeros planos del filme. Cabe recordar que en su pieza Dragón de la suerte número 5 (1959) ya se mostró estrictamente duro con el lanzamiento de la bomba atómica por parte de los estadounidenses incidiendo en la proliferación armamentística traducida en la bomba H.

El matrimonio por interés, las rencillas hacia quien abandonó a su familia en forma de una matriarca arisca por la vida que le ha tocado vivir interpretada por Haruko Sigamuro, habitual de Ozu y Naruse, la convicción en la esclavización del trabajo como único medio de supervivencia, son algunos de los males de una sociedad que el director retrata de manera naturalizada y esta vez huyendo de melodramas que busquen la tensión dramática. A su vez, vivimos una introspección dentro de la protagonista, una mujer que ha perdido el apetito sexual y cuyo éxito con los hombres hasta el momento ha sido nulo.

Y sin embargo, uno de los puntos más interesantes del relato, aunque no esté armoniosamente cohesionado, es el episodio del hermano de Tamiko, un universitario que se siente perdido en su posición de estudiante. Con aires a la trilogía de la incomunicación de Antonioni en su relación con las mujeres y a Rocco y sus hermanos de Visconti por la violencia, nos adentramos en las aventuras de un hombre joven que se mueve por el deseo sexual, por el agradecimiento que siente hacia los sacrificios de su hermana mayor y que acaba por entender que el valor del dinero se sobrepone a lo demás. De su mano observamos desde el aire la reconstrucción de una ciudad aun herida de guerra. A su vez, intuimos la consolidación de la yakuza, algo que se explorará en profundidad en la pentalogía de Fukasaku Batallas sin honor ni humanidad (1973-74).

live today

Vivir hoy, morir mañana (Hadaka no Jukyu-sai, 1970) 
Dirección: Kaneto Shindo
Guión: Kaneto Shindo, Shozo Matsuda

Entroncando con la última película mentada, esa historia del joven perdido parece hacerse un hueco más potente en esta extraña película del realizador japonés. Y es que presentándose de manera antipática (pocos han conseguido generar cierto odio hacia su protagonista en una sola secuencia inicial), vivimos la historia de un asesino casi al más puro estilo Badlands de Terrence Malick, sumergiéndose en una vorágine de violencia en un contexto convulso. Las protestas contra el acercamiento a las políticas de relaciones diplomáticas entre Estados Unidos y Japón, las luchas estudiantiles y demás temáticas del momento reflejan su auténtica soledad y desconexión con el mundo. Resulta curioso pues como el relato se fragmenta, da paso a la aparición estelar de la musa Nobuko Otawa (eterna protagonista de los filmes de Kaneto como ya hemos anotado), volviendo a encarnar a la madre, a la perturbada, a la mujer maltratada por las circunstancias de la vida propia del melodrama del realizador al que le dedicamos estas palabras. Y sin embargo, lo que resulta más chocante y novedoso es su tercer acto, un descenso a los infiernos de la noche urbanita. La estética y temática de la nueva ola japonesa se hace presente en todos sus aspectos posibles, la violencia, las drogas y el sexo acaban por protagonizar el reflejo de un momento, evidenciando de nuevo que nuestro director es un hombre que vive el día a día de su ciudad, que entiende perfectamente cuál es la evolución social del entorno en el que vive.

Redacción: Luis Suñer (@luisuner1990)

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