Takashi Miike, quizás uno de los directores más conocidos por los aficionados dentro de los circuitos de cine japonés de género, cumple 55 años hoy mismo, y para celebrarlo publicamos la que será la nueva “obsesión” de nuestra colaboradora Sabrina Vaquerizo durante las próximas semanas (sino meses). Y es que repasar la obra de Miike no es tarea fácil, por lo prolífica, por lo ecléctica, por lo diversa y por lo inconsistente, pero esta última palabra será una de las claves para entender al director. Pero no seré yo quien diga más sobre esto, ¡empezamos!

Takashi Miike nació el 24 de agosto de 1960 en Yao, una población de clase obrera de la prefectura de Osaka. De joven formó parte de un grupo de motoristas que soñaban con ser profesionales y pasaban las horas haciendo carreras en las que, desafortunadamente, perdió varios amigos. «Perdí mucho, pero al mismo tiempo, y al estar constantemente tan cerca de la muerte, experimenté muchas emociones» (Miike en Mes, 2006). Sin talento para ser un profesional del motociclismo y sin ganas de estudiar para ser un mecánico, aterrizó en el mundo del cine casi por casualidad. Un día oyó por la radio que la escuela de cine que había fundado Shōhei Imamura no requería exámenes de admisión y pensó que era la oportunidad perfecta para escapar de casa y no hacer nada y partió a Yokohama.

Apenas asistió a clase durante el primer año, creyó que la gente de allí «parecían venir de un planeta diferente», pero en su segundo año la escuela le mandó a trabajar gratis como asistente de producción de series de televisión. A partir de entonces, empezó a trabajar a un ritmo frenético como autónomo en equipos de producción de dramas y series televisivas y así pasó diez años, escalando posiciones hasta llegar a ser asistente de dirección. El mundo de la pequeña pantalla le ayudó a forjarse, sin duda, pero no daba lugar a mucha creatividad y pensó «que en el cine tenías la oportunidad de crear algo particular y único y que sería una experiencia interesante trabajar en un proyecto así» y cuando el fundador y decano de su escuela necesitó a tres asistentes de dirección para Zegen (1987) no lo dudó ni un instante. Después de Imamura trabajó con Toshio Masuda, Shuji Gotō, Hideo Onchi y Kazuo Kuroki y volvió a trabajar con Imamura en Lluvia negra (1989) en la que incluso aparece en un par de escenas. De todos ellos dice no haberse sentido influenciado directamente, sin embargo sí se reconoce fan de Bruce Lee que causó un gran impacto en su generación ya que a pesar de ser asiático y no ser un gran actor cosechó grandes éxitos por todo el mundo.

En los 90 Japón estaba en plena burbuja económica y el cine contaba con mucho más presupuesto. Cuando Toei inaugura el cine-v con Crime Hunter en 1989, muchas productoras intentaron hacerse con un trocito de este nicho de mercado en el que proliferaban las películas de acción, con mucho sexo y humor, pero que además daban la oportunidad a nuevos directores de crecer. Así fue como Miike empezó su aventura en el cine-v, esta vez como director, en el que estuvo seis años formándose y haciendo básicamente cine de género. Desde 1991 a 1996 hizo un total de 17 películas con las que adquirió su propio ritmo de rodaje con el fin de «demostrar el poco tiempo que hace falta para hacer un buen film» (Miike en Rose, 2003). En esta retrospectiva vamos a obviar su cine-v temprano que realmente carece de valor artístico y nos vamos a centrar en una selección más o menos personal y representativa de su cine para la gran pantalla —con alguna excepción—.

En cuanto a los temas de su filmografía, me gustaría ser clara en este punto. Con 59 películas para cine hasta la fecha, es imposible ser consistente sin ser aburrido y precisamente por eso no es consistente. Takashi Miike es sobre todas las cosas un gran creador que suele interpretar el guión, dilapidar las barreras de los géneros y dirigir la fotografía y la edición. Pero al hablar de los temas que trata Takashi Miike podemos caer en una falacia muy fácilmente. Es su cine el que habla por sí sólo porque es el reflejo de la cultura japonesa en estado puro y de sus inquietudes: de su manga, de su cine-v, de sus novelas visuales, de su literatura, de su cine anterior. Miike probablemente es el primer director que explota y aprovecha, por circunstancias de la vida, estos aspectos y los lleva a la gran pantalla, sin filtros. Por eso, cuando se habla de la hiperviolencia de sus películas no es que sea un rasgo característico del cine del director en sí, es que la hiperviolencia es un sello del manga seinen. «En realidad, ninguna de mis películas creo que reflexione sobre un determinado tema, por ejemplo, a la hora de hacer películas sobre la familia, no me planteo pararme a reflexionar sobre la institución familiar, sino que todo va saliendo según el trabajo diario. […] Tampoco busco reflejar ningún pensamiento político a través de mis películas, o un cierto mensaje» (Miike en Yáñez y Calvo, 2003)

Dicho esto, hay una serie de características y temas que perviven en su cine como el shock value, la hiperviolencia de un marcado estilo manga, la desintegración de la unidad familiar, los personajes estigmatizados por su condición de orfandad o transnacionalidad, el humor físico, un concepto más amplio de la sexualidad de lo que el espectador está acostumbrado en la pantalla y la exploración de los géneros cinematográficos. Pero insisto en que su cine es un reflejo de los rasgos y preocupaciones de la cultura y subcultura japonesa, precisamente porque el director es un experto en la hibridación de géneros no sólo filmográficos sino intertextuales. Tom Mes habla de las preocupaciones de Miike como si fuera un proceso de seis etapas por el que pasan sus personajes: desarraigo, marginación de la sociedad, búsqueda de la felicidad, nostalgia por la infancia perdida, búsqueda de la unidad familiar, violencia. Pero tal proceso es sólo aplicable a una parte de su cine que además proviene de diferentes textos. «Miike Takashi permanece en la frontera entre ser un director que critica su situación y uno que reflexiona sobre su situación, entre uno que utiliza el cine como medio político y artístico y uno que se deja arrastrar por las modas populares» (Gerow, 2009). Y esto es así porque nunca rechaza un proyecto, porque para él hay dos tipos de directores: el director que escoge cuidadosamente los temas y proyectos que son compatibles con él y el director que hace una cosa tras otra sin miedo a cambiarse a sí mismo. Y él se considera del segundo tipo (Miike en Sato & Mes, 2001).

Bibliografía:

GEROW, Aaron (2009). «The Homelessness of Style and the Problems of Studying Miike Takahashi». en Canadian Journal of Film Studies, vol. 18, no. 1, pp. 24-43.
MES, Tom (2006). Agitator: The Cinema of Takashi Miike. UK: FBA Press, pp. 432
ROSE, Steve (2003). «Controversial Japanese director Takashi Miike talks to Steve Rose» en The Guardian, 2 de junio.<http://www.theguardian.com/film/2003/jun/02/artsfeatures.dvdreviews2>. [Consulta: 18 de agosto].
SATO, Kuriko; MES, Tom (2001). «Takahi Miike» en Midnight Eye, 1 de mayo. <http://www.midnighteye.com/interviews/takashi-miike> [Consulta: 18 de agosto 2015].
YÁÑEZ, Manuel; CALVO, Alejandro G. (2003). «Entrevista a Takashi Miike» en Miradas de cine, 3 y 4 de diciembre.<http://www.miradas.net/0204/articulos/conversaciones/tmiike.html> [Consulta: 17 de agosto].

Selección y redacción: Sabrina Vaquerizo (@svaquerizo)

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