ZEBREMAN
Héroes a lo Miike (por Silien)…

Zebraman es ante todo una película de Miike… pero también de superhéroes… de cómo serlo (aunque visto lo visto, parece una cuestión de convicción…). Y no es que esta es una afirmación gratuita… Miike, que hace ya un tiempo que apenas hace películas suyas y cuyo cuerpo ha sido poseido seguramente por ese extraterrestre verdoso y blandengue contra el que combate el hombre-cebra… Pero sí, hubo un tiempo, hace algunos años en que una película de Miike era otra cosa y se podía reconocer un poco en todos lados, en un hombre cosiéndose su traje de cebra o en unas saludables dosis de mala leche, o también en como una película para niños puede contener ciertos detalles que aconsejan que los alejemos de ella (esa hija con trabajo a tiempo parcial)… Porque, como buena película de superhéroes, Zebraman es (o debería ser) una película para un público infantil, y aquí hay niños y todo eso, pero como después de todo no deja de ser una parodia-reflexión sobre un género que estaba algo desaparecido, desde la óptica de alguien que asistió a él como espectador (complacido, intuimos), después de todo eso, decíamos, la película toma extraños caminos y podemos dejarla en “el héroe que se hizo a si mismo” (y de paso se salvó de la mediocridad cotidiana que se apoderaba de él).

No es que Zebraman sea lo más grande que ha dado el cine de Miike, pero al menos está a salvo de otras tonterías también con aire de superhéroe (Full Metal Gokudo, brillante antología de lo peor de Miike) y nos prepara para otros intentos, que curiosamente consituyen lo más rescatable de su últimas producciones como hombre-poseído-por-un-alienígena-verde-y-blandengue, como sería su película ambientada en el mundo yokai (vale, no es una de superhéroes, pero como si lo fuera) o, claro está, Yatterman, está sí, ya totalmente desenfrenada, y en la que Miike ya no se tiene que coser el traje él mismo sino que cuenta con despampanantes efectos especiales, listos para dibujar una película de superhéroes con niños y algo contenido picarón, por no decir otras cosas (se ve que el invasor de su cuerpo se fue a dar una vuelta). Así, el cine de superhéroes, que es otra cosa, entre infantil y delirante, se une al cine de Miike, que era (y es a veces) otra cosa, entre exhibicionista y delirante, ofreciéndole al género “lo que le faltaba por ver”, lo cual en unas películas tan proclives a lo último en desbarres, no deja de ser un aliciente…

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